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Mi energía o fuerza vital

Rómulo Emiliani | Monseñor

Quisiera hablarte sobre la "energía", entendida como Gracia, Amor, Iluminación, Fortaleza, Presencia de Dios en uno. Esta fuerza divina y humana, esencialmente vital que está en nosotros es motivo de codicia de las tinieblas.

El fin del mal es arrancarte esa energía y dejarte vacío, inerte, sin fuerzas, sin vitalidad, sin ganas de vivir, de amar, de entregarte a los demás, de servir. La clave está en nunca dejar que esa energía se te sea arrebatada. Hay que defenderla a toda costa.

Por eso la vigilancia continua. Hay que orar, estar en paz con Dios, practicar la meditación, respetar el silencio y no usar palabras ociosas, evitar los vicios, no hacer daño a nadie, no cultivar el rencor, ni tampoco el resentimiento, inclusive saber qué alimentación tomar, hacer ejercicio físico... Saber respirar, buscar la armonía interior, no odiar...

Evitar las obsesivas preocupaciones que siempre se centran en posesiones de las cuales uno tiene miedo de perder. Por eso la conciencia de que "uno en verdad no tiene nada" y por eso no hay nada que perder es muy sana. Debe existir una seria disciplina en cuanto a la meditación diaria, que debe componerse de una larga en la mañana y tener durante el día, unos tres momentos pequeños de meditación.

Es hermoso en la meditación y contemplación centrarte en el misterio del Cristo Total y dialogar en El con todas las criaturas que "tú veas o contemples" en la meditación.

Recordar que en Cristo está todo y entras en comunión con todo en la oración y meditación y por supuesto que en la acción evangelizadora.

Tener un sentido crítico de la realidad y ver cuando una teoría busca manipular al ser humano y esclavizarlo. Saber usar la meditación como medio maravilloso para volver al "centro" de uno mismo que es Dios, el Cristo Total, cósmico, sufriente. Para eso hay que saber cómo concentrarse, usar posturas físicas adecuadas, respiración profunda y pausada, y habituarse al silencio y tener ratos de soledad. Hay que tener claro que la moderación es clave: el "término medio". Recordar la práctica saludable del ayuno. Tener siempre en activo el sentido de la compasión y saber que con Dios somos invencibles.



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