La salida que calmaría a un pueblo tan asustado como el nuestro por los precios de la canasta básica, el transporte, el combustible, los anuncios de huelgas y la rasquiña de la fibra de vidrio, la tiene en sus manos el señor Presidente realizando el viaje internacional que mandatario panameño alguno haya hecho. �Un viaje para salvar nuestras vidas!... Aquí urge, que el Gabinete entero y la Asamblea en pleno con todos sus asesores, (menos mi amigo Pedro Pereira), arregle maletas y partan raudos con nuestro mandatario hacia Irán, para que le hagan saber al excelentísimo señor Mahmadineyad, que los cristianos panameños también creemos en la resurrección y en la vida perdurable, y que si deciden lanzar los efectivos cohetes del reciente operativo bélico: "El profeta más grande", que no apunten contra el Canal, Capira ni cerca de la Zona Libre de Colón.
Según las agencias de viajes del Medio Oriente, se requiere de una escala técnica en la ciudad de Basora, Iraq. Me he tomado la libertad de averiguarles el mejor de los 475 restaurantes de Basora: El Maars gourf, allí el plato favorito es la Maskina con Quibia Cola. En la esquina de ese famoso establecimiento, no han catapultado de un bombazo a ninguna delegación desde que comenzó el conflicto.
Para el viaje que podría ser el más provechoso de este gobierno, las esposas sin excepción deben quedarse en suelo patrio pues son damas preciosas y "superfashions", pero sin la más remota idea de la diplomacia árabe. Reemplazantes quedarían figuras de nuestra sociedad como Charro Espino, Hugo Torrijos, Martinelli, Camilo Mon (asesor de Carrasquilla) y todos los que están respaldando la minería en Panamá. Seguro, que por lo méritos ganados por nuestros gobernantes los premiarán con la distinción más alta de "All Hu Akbar" antes que un fanático les detone una mecha.