Las reparaciones de los museos podrían alcanzar más de 50 mil dólares. Señaló que estos museos se vienen cayendo desde hace 20 años y nadie los restauró.
Los murciélagos también quieren un espacio dentro de este museo. Han llegado para quedarse y quieren convivir con la arqueología chiricana.
Mario Molina explicó que la poca restauración de las piezas existentes y la falta de introducción de nuevas piezas, son evidencias del descuido en que se han tenido, a través de los años.
Los turistas siguen llegando a Chiriquí y muestran interés por visitar estos sitios culturales, a fin de conocer la identidad del pueblo que ahora es su segunda patria.
PERDIDA
También se comienza a perder el casco viejo de la provincia, como fue el barrio Bolívar, donde las residencias antiguas comienzan a desplomarse por la edad y las inclemencias del tiempo.
En el caso del Museo de San Pablo, precisamente la falta de inversión para restaurarlo, provocó la caída del lugar donde se hacían actividades culturales, al igual que su cocina que amerita una urgente restauración, porque podría correr la misma suerte.