El reciente viaje del Santo Papa, no hubiese resultado tan endiablado, de no tocar en su agenda temas intratables en el Medio Oriente. Y, a estas alturas debe quedar claro para cualquier autoridad mundial, que el único lugar en el mundo, apto para hablar de paz con árabes y judíos, es en la Zona Libre de Colón, pues llevan más de 52 años generando riquezas en total armonía, en una zona comercial amurallada cuyas fortunas contrastan con los bolsones poblacionales aledaños, en donde muchos panameños sobreviven 10 veces peor que en los tenebrosos guetos nazis de la Segunda Guerra Mundial.
Si el Papa, hubiese hablado con los Rabinos y Jeques por ejemplo; de los sueldos de hambre que pagan la mayoría de estos grupos a sus abnegados empleados en Panamá, no estuviesen tan decepcionados tantos periódicos israelíes y árabes, por lo que fue calificado como tibieza con el holocausto entre otras cosas; muy por el contrario, estarían corriendo ríos de tinta para cubrir las haladas de orejas por la mala fama de estas dos etnias que sinceramente muchos actúan cual zancudos sedientos y a veces como nazis racistas.
Hasta de nazi quisieron tratar al Santo Papa por lo que percibieron de él. Aparentemente, 3 causas surtieron los efectos negativos en la desteñida misiva pontificia. (1) El tema para intentar resolver los frescos malentendidos sobre Pió XI1 y el Arzobispo Lefebriano y negacionista Williamson. (2) La percepción de la poca energía con que el Papa se refirió al Holocausto y (3) cuando el cura jesuita F. Lombardi trató de defender al pontífice negando más de 3 veces, que el Papa perteneciera a las juventudes hitlerianas. Esto último calentó los entendimientos, apareciendo una supuesta lista de enrolamiento del niño alemán Joseph Ratzinger, 16 de abril de 1927 (nombre y fecha de nacimiento del actual Papa Benedicto XVI).
El Santo Papa es un hombre de paz, pues hasta un papelito con esa plegaria introdujo en el lugar más sagrado, (el muro de las lamentaciones). Lo que lamentamos es lo eclipsado que ha quedado el Papa y más cuando recordamos al finado Juan Pablo segundo cuando pisó Tierra Santa y que lo recibieron multitudes 3 veces más grandes en número y regocijo.