HOJA SUELTA
Los ojos de Juana Pérez
Eduardo Soto
¡Juanita se volvió
loca! : eso fue lo que pensé cuando me dijeron que se había
lanzado como candidata a legisladora en el 8-9.
La conocí hace 20 años, cuando no llegaba a las cien libras
de peso. Estudiamos juntos en el Instituto Fermín Naudeau y siempre
demostró ser una chiquilla tranquila, a quien a lo largo de la adolescencia
no se le conoció novio, a pesar de ser lindísima; era obsesiva
con el estudio del álgebra (de solo mencionar esa palabra me dan
náuseas), aficionada a las canciones románticas y religiosas,
y de ninguna manera apta para el deporte.
Lo que más le he admirado siempre a esta muchacha es su fuerza
de voluntad, y eso creo que lo heredó de sus padres, Joaquín
y Juana (él es taxista y ella ama de casa), panameños de origen
campesino que durante 34 años de matrimonio se la han visto a gatas
para educar a sus hijos.
Fue por ese espíritu de hierro que Juanita logró ser una
de las mejores en el Naudeau, y por lo mismo se graduó contra viento
y marea de ingeniera civil, lo que le ha servido para que le hayan encargado
una serie de proyectos en las áreas revertidas.
Está educando sola a su hijo, Fernando Enrique, un niño
prodigio que antes de los cinco años leía y escribía
perfectamente, y ha sido motivo de asombro para su maestro de violín,
que nunca había visto a un infante que en tres clases aprendiera
lo que a otros les toma años.
Porque trabajé con ella en los grupos católicos juveniles,
y sé el carácter algodonado y cordial que la adorna, pensé
que Juana Isabel Pérez se había vuelto loca al meterse a hacer
política. Fui a verla, para recomendarle que viera un buen psiquiatra
que conozco, y me recibió con esa sonrisa ancha y fresca que siempre
me desarma. Me miró y me dijo: "le echamos la culpa a los políticos
por lo mal que hacen las cosas () y decimos que nunca entraremos a la política
porque somos decentes () creo que llegó la hora de que la gente decente
se haga responsable de las cuestiones de Estado, voy a intentarlo para que
me hijo no me critique mañana por no haber intentado siquiera que
las cosas cambien".
Estaba hablando en serio, y tenía en los ojos el brillo necio
de quien no va cambiar de opinión aunque se le abra la tierra bajo
los pies. Si quieren verle la cara la encontrarán en la página
que sigue, en el semáforo, y me entenderán.
Desde entonces a esta fecha Juana ha trabajado mucho, con apenas 400
dólares en el bolsillo. Y lo hace de corazón, muerta de la
risa y con mucha fe. Por eso cometo el atrevimiento de robar este espacio
para ella, que es lo mejor que puedo hacer por una amiga a quien conocí
tocando guitarra en la escuela, donde descubrí que nada hay imposible
para esta mujercita si lo mira a uno a los ojos.
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AYER GRAFICO |
"Marucha" y "Taboguilla", dromedarios que eran la atracción
del zoológico |
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