CONSULTORIO MEDICO
La enfermedad de Huntington es hereditaria

Dr. D.H. Hiller

Estimado Dr. Hiller: Acabo de averiguar que mi padre biológico tenía la enfermedad de Huntington. ¿Cuáles son mis posibilidades de desarrollar esta enfermedad? Tengo 30 años y no tengo ningún síntoma de la enfermedad. Si voy a contraerla, ¿no tendría ya algunos síntomas?

Estimado lector: La enfermedad de Huntington (EH) es una enfermedad del cerebro programada genéticamente que causa un decline gradual tanto físico como mental. Lleva a una descapacitación grave y en última instancia a la muerte. Los síntomas suelen comenzar alrededor de los 40 años. Si sólo un padre tenía la EH, los hijos tienen un 50% de posibilidad de contraer la enfermedad.

La enfermedad de Huntington es así llamada por el doctor americano George Huntington, quien en 1872 publicó una descripción de una enfermedad que llamó "corea hereditaria". Aproximadamente 30000 americanos padecen de EH, y otros 150000 tienen un 50% de posibilidades de contraerla. Afecta tanto a hombres como a mujeres, y aunque es más común en los blancos, la enfermedad afecta a todas las razas.

En la EH, las células en zonas específicas del cerebro se dañan o mueren, dañando el pensamiento, la personalidad y el movimiento. La palabra griega "corea" se usa para describir los movimientos involuntarios, rápidos, espásticos, que están presentes en el 90% de los pacientes con EH. Al avanzar la enfermedad, los movimientos tipo corea pueden ser reemplazados por rigidez muscular en algunos pacientes. En un pequeño porcentaje de pacientes, especialmente aquéllos en los que los síntomas de la enfermedad empiezan pronto, la rigidez puede aparecer desde el principio en vez de los movimientos tipo corea.

En un principio, los problemas de movimiento son leves, a menudo limitados a tícs nerviosos o torpeza general. Con el tiempo, el control motor se vuelve progresivamente más difícil, y eventualmente a los pacientes les cuesta trabajo caminar, hablar y tragar correctamente, si es que son capaces de hacerlo en algún grado.

Los procesos de pensamiento y la personalidad también se ven afectados. Los síntomas de comportamiento, que normalmente preceden a los movimientos tipo corea ­a veces incluso con una década de antelación- pueden incluir la depresión, irritabilidad, impulsividad o agresividad. Los problemas de memoria, concentración, aprendizaje, toma de decisiones y juicio son también característicos de la EH. Como los otros síntomas, al principio son leves pero empeoran con el tiempo.

Las características del gen responsable de la EH fueron detalladas en 1993, una década después de que su localización se limitara a un área del cromosoma 4. Este gen, que suministra instrucciones para producir una proteína llamada huntingtina, contiene una secuencia repetida de código abreviada como CAG. En la mayoría de la gente, esta secuencia se repite unas 20 veces, pero en aquellos expuestos a la EH la secuencia se repite más de 40 veces. La función de la huntingtina normal se desconoce, ni tampoco se comprende del todo cómo el defecto genético en EH causa la enfermedad. La investigación con animales sugiere que la muerte de las células del cerebro puede ser causada de alguna forma por aglomeraciones de huntingtina deficiente que se acumula en las áreas afectadas del cerebro.

La identificación del defecto genético de la EH hace que sea posible detectar este fallo directamente y predecir con gran exactitud si una persona va a desarrollar la enfermedad o no. Las nuevas pruebas normalmente requieren sólo una pequeña muestra de sangre de la persona a la que se le realiza la prueba; anteriormente, se necesitaban también muestras de sangre de parientes. También se pueden realizar pruebas para determinar si un niño que aun no ha nacido corre riesgo de contraer la EH.

Antes de realizar una prueba, se debe considerar con cuidado el beneficio o el daño que pueda surgir al saber si una persona va a contraer la EH. Los consejeros genéticos pueden ayudar a los pacientes a comprender el efecto que los resultados de la prueba pueden tener en su salud mental, planificación familiar, posición laboral, relaciones personales, finanzas y aceptación por parte de las compañías de seguros.

En la actualidad, no existe una cura para la EH. Al avanzar la enfermedad, el paciente se vuelve cada más dependiente de sus cuidadores y la muerte suele ocurrir de 12 a 17 años del inicio de la enfermedad. La muerte suele suceder como una complicación debida a la disfagia (dificultad para tragar), como el ahogarse al tragar algo o una neumonía causada por inhalaciones accidentales de comida o líquido en los pulmones.

El tratamiento de los síntomas de la EH tales como la depresión o la ansiedad puede ser útil para reducir algunos de los problemas mentales y físicos de la enfermedad. La enfermedad puede aumentar el consumo calórico, así que es posible que se necesiten dietas altas en calorías para evitar pérdidas de peso excesivas. Se pueden cambiar las condiciones de la vivienda para reducir la incidencia de caídas, para ayudar a los pacientes a mantener su movilidad y mejorar su comodidad. Se aconseja que se realicen ejercicios seguros. Los problemas mentales o motores pueden dar lugar a dificultades graves de comunicación, así que se debe hacer un esfuerzo por mantener la comunicación y evitar el sentimiento común de aislamiento y frustración. Aunque estos esfuerzos pueden mejorar la calidad de vida, ninguno servirá para que la enfermedad mejore.

En la actualidad se están llevando a cabo investigaciones para desarrollar tratamientos que puedan afectar más directamente el curso de la EH. Los procedimientos quirúrgicos, como el trasplante de células de fetos para compensar la pérdida de células destruidas por la EH, pueden llegar a ser una opción en el futuro. Los transplantes de células fetales tanto en animales con un análogo de la EH y en un pequeño número de pacientes con EH parece reducir los síntomas de la enfermedad, pero estos tratamientos aun se encuentran en una etapa experimental.

También se están investigando nuevas terapias con drogas. Un estudio llevado a cabo por el Dr. Karl Kieburtz de la Universidad de Rochester en Nueva York está comprobando si la remacemide o la co-enzima Q-10 que ocurre de forma natural pueden detener el curso de la EH. Estos agentes fueron seleccionados porque pueden reducir los niveles de ciertos productos químicos que se encuentran en cantidades elevadas en el cerebro de los pacientes con la EH. Los investigadores están haciendo un seguimiento de más de 300 pacientes con la EH durante un período de 30 meses. Los resultados aun no están disponibles.

Al avanzar esta y otras pruebas, y descubrir la ciencia nuevas respuestas sobre la naturaleza de la EH, no cabe duda que surgirán nuevos tratamienetos que podrán alterar el curso de la enfermedad, o prevenirla completamente.

 

 

 

 

 

 




 

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