Pregonar cuando se da una limosna, o un regalo a cualquier ser humano que esté más jodido que uno, deja mal sabor de boca en los que escuchan los alardes, así que cuídese amigo lector si usted es dadivoso y lo anuncia en sus reuniones, no lo haga porque en cuanto se pare de la mesa no demorarán los comentarios adversos y entre ellos el más común es: ¡Qué se habrá creído ese pobre pendejo! Y es en estos tiempos de la Natividad cuando afloran los eventos píos, como la Teletón y las fiestas de fin de año, cuando se observan tanto a instituciones como a personas publicitándose en base a sus aportes y limosnas.
De las lecturas de Marcos y Mateo, se desprende un sabio refrán que en muchas ocasiones le escuchamos a nuestros abuelitos: "Cuando das limosna no debe saber tu mano izquierda lo que hace tu derecha"... ¡Ah no!... pero en este precioso país tropical es todo lo contrario, aquí la boconada crece como el berro en las orillas de las quebradas capireñas.
Lo que molesta más a los mortales que no podemos dar ni regalar lo que no tenemos, es cuando se publicitan los bastimentos y regalos que se dan en diferentes escenarios y ocasiones, sobre todo si son comprados con nuestros impuestos. ¿Cómo es posible que algunas autoridades no se les haya quitado esa fea costumbre de anunciarse entregando bolsas de comida a los más necesitados?...
Lo que necesitamos urgentemente aunque sea en sacos remendados con limosnas publicitadas, es el establecimiento de un plan educacional que nos saque del abominable subdesarrollo que nos está matando. Aquí no le damos seguimiento adecuado a los millones de dólares que se gastan todos los años en educación.
¿Cuándo le van a regalar a los pobres que aprendan inglés en las escuelas públicas desde primer grado, para que aprovechen nuestras ventajas de país comercial? O mejor dicho, ¿cuándo le van a regalar a los "pelaos" que hablen bien nuestro propio idioma desde chiquitos? Allí sí, en esa clase de dádivas quisiera ver y observar a empresas públicas y privadas gritar a voz en cuello todo lo que hacen, no importa que la mano izquierda se entere lo que hacen con la derecha.