Mientras los familiares de cientos de víctimas de la invasión de 1989 visitaban a sus muertos, actos individuales de recordación se llevaban a cabo en diferentes puntos de la ciudad capital y en Colón.
Entre las voces que reclamaban justicia, indemnización y la oficialización de la fecha como de duelo nacional, se destacó la única que no se inmutó en pronunciarse: la del gobierno.