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¡Conmovedor!

Miriam Vicenta Almanza | Crítica en Línea

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Gimnasio del Colegio Rodolfo Chiari.

Ocho féretros, un mismo dolor. ¡Si es que se puede definir y describir ese sentimiento que estruja el pecho y deja el alma marchita!

El gimnasio del Colegio Rodolfo Chiari, en Aguadulce, se quedó pequeño para la multitud que se dio cita para despedir a los ocho compañeros víctimas de la tragedia en la vía Centenario el pasado sábado.

El calor traspasaba el techo y las paredes, pero no fue impedimento para cumplir con el compromiso moral y espiritual de casi todo un pueblo, el que se conformaba con poder hacer acto de presencia, aunque fuera desde las ramas de los árboles en los alrededores del colegio.

Al frente de la masa doliente, los ocho ataúdes colores marrón, crema, blanco, gris, caoba.. se identificaban por las fotos de sus ocupantes, las gorras de la CSS y los suéteres que usaban en la Liga de Bola Suave de Aguadulce.

El servicio religioso, presidido por monseñor Uriah Ashley, obispo de la Diócesis de Coclé, inició a las 3:30 p.m., resaltando el valor de la fe. Monseñor subrayó que lo ocurrido no es una prueba de Dios, sino fruto de una libertad que llama a no flaquear ante las adversidades.

La máxima autoridad religiosa en Coclé se hizo eco del mensaje enviado por el papa Benedicto XVI para extender a los familiares de los fallecidos su participación en el dolor, y que de igual manera eleva sufragios al Señor por el descanso de los ocho jugadores.

"El cuerpo es templo de Dios.. y como tal, debemos respetar los cadáveres y despedirnos de los restos con la dignidad como Hijos de Dios", rezó el obispo mientras dejaba caer el agua bendita sobre cada uno de los féretros.

Y en esos precisos instantes se dejó caer una pertinaz lluvia, que cesó cuando salió el último ataúd del gimnasio, con destino hacia tres cementerios: Aguadulce, Natá y Pocrí.



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