Cuando la señora Betzy Ramos trajo al mundo al pequeño Kadier Carrasco, nunca imaginó que su bebé traía un cofre lleno de talentos.
Sus primeros juguetes fueron un acordeón, una guitarra y un micrófono. Con estos instrumentos, Kadier imaginaba ser todo un artista como Abdiel Núñez y Alfredo Escudero, figuras admiradas por él.
A los siete años, ya cantaba en varios eventos de la escuela y a nivel de provincia, y como siempre salía victorioso de los concursos.
Kadier es un niño asmático, que no se deja agobiar por la enfermedad y cada día que pasa sueña con ser un músico de verdad. Este pequeño no solo canta, sino también toca el tambor, la caja y la churuca.
Kadier no es solo un ganador en la música, pues, otras de sus pasiones son la pintura, la naturaleza y los animales, entre ellos, el cocodrilo, la serpiente y el tigre.
Algo que anhela Kadier, de corazón, es tener un acordeón y poder tocar algún día.