La pobreza y la suerte de algunas personas pueden cambiar, pero para ello hay que encontrar ángeles en el camino que ayuden a hacerlo, siendo ¨éstos los que necesitan Mariela, Germán y Miguel Esteban, una joven familia que quiere salir adelante y superar la pobreza extrema en que viven.
Los podemos encontrar en El Naranjal de El Roble, en Aguadulce, con una sonrisa amable para quienes los visitan en su humilde hogar, de hojas de zinc y piso de tierra.
Mariela Alonso es oriunda de Altos de Los Dari, de Penonomé, que es un campo adentro a donde para llegar toma dos horas en bus hasta Tambo y dos horas caminando por lo malo que se encuentra el camino, mientras que para llegar al Centro de Salud son dos horas más de camino.
Su familia se dedica a la agricultura de subsistencia, mientras que Mariela llegó sólo hasta sexto grado, por lo que se traslada a la ciudad capital a trabajar en una casa de familia por espacio de un año, retornando, luego, a la vida triste y humilde del campo.
Desde hace tres años convive con Germán, con quien tuvo un hermoso varoncito llamado Miguel Esteban Guerra, el cual tiene un año y seis meses, y a su corta edad ya sabe qué es dormir en el piso de tierra y ahora con su madre y padre en una cama doble, en una casa de lata.
Mientras que para ellos es muy difícil adquirir la leche de este pequeño, ya que cuando su padre no consigue el dinero para comprarla, el padrino tiene que correr con su gasto, lo cual es reembolsado con trabajo por Germán.
El joven Germán Guerra tiene 26 años y comenta que “mi situación económica es muy dura para vivir, porque solamente aquí uno se gana 5 dólares por día, y a mí se me quemó la casa y quedé sin nada en la vida”.