El narcotráfico y el lavado de dinero ha penetrado todas los estamentos de la sociedad. No se trata sólo un problema del sector público, sino que afecta a cuanta actividad comercial uno se pueda imaginar.
Los carteles colombianos y mexicanos aprovechan la privilegiada posición geográfica de Panamá y sus facilidades como centro bancario y de comercio internacional, para tratar de legitimar el dinero sucio.
Se trata de una lucha difícil el tratar de frenar la narcoactividad, pero la lucha inicial se libra en los hogares, donde los padres deben enseñar a sus hijos que el dinero fácil no lleva a buen camino.
Asimismo se requiere de empresarios honestos que no se presten para lavar dinero simulando operaciones comerciales tendientes a limpiar el dinero sucio que llega al país de manera clandestina.
El otro eslabón lo constituyen los funcionarios encargados de reprimir el delito que no deben ceder antes las tentaciones de organizaciones que tienen todo el poder del mundo para corromper, pero hay que estar claro quien se mete en ese mundo entra a un camino sin retorno, donde el peligro acecha a toda hora.
Los constantes decomisos de drogas revelan que el problema del tráfico de cocaína, heroína y marihuana es un negocio que aumenta y que genera millones de dólares al año, por lo que se requiere de una lucha constantes.
No se trata sólo de un esfuerzo de represión, sino también de prevención para que los jóvenes, los empresarios, funcionarios y otros sectores de la sociedad no caigan en ese flagelo ni como consumidores ni para facilitar el negocio ilícito de las drogas.
