Si en Panamá no reinaran además la hipocresía y el mata tiempo, preguntaría ¿Cómo están distribuidas las libretas de la Lotería? Sobre todo las de B/1,000.00. Será que usureros de marca "lagarto" de un partido en crisis, indostanes y babúes poseen hasta 400 libretas que alquilan, condenando a muchos billeteros a vivir sentados a sol y agua "amasando culo" y que, para cubrir la mensualidad necesariamente tienen que valerse de productos colaterales del azar como el "one two" y las rifítas.
La historia panameña de la suerte, parece un regalo envenenado y se cimenta en lo proactivo de nuestra posición geográfica. Aventureros, europeos y gringos de diferentes calañas amanecían con muchos ancestros del patio, rechinando dados, echando barajas y golpeando bolos a par y a non. Hasta que en 1873 Colombia reguló la actividad en el departamento. Los juegos prohibidos patrocinaron hasta las guerras sangrientas entre liberales y conservadores, mientras que de algunas calles del casco viejo se recogían todas las mañanas más de 5, 000 botellas de licor vacías, para arrojarlas al mar.
Aquí, curas y pastores lloran porque nos jugamos la plata de las limosnas. Observen que ni en Colombia con 40 millones de habitantes existen hipódromos, menos en ningún cafetal con luces desde Costa Rica hasta Guatemala. Tengo fotos de las famosas carreras de perros y de las hormigas folófas, así como de las recientes lágrimas que rodaron cuando los ñángaras sindicalistas de Puerto arruinaron las bananeras, los ingresos de 26, 000 personas y por el efecto dominó a la Lotería Tica local, un putero famosísimo y a dos casas grandes en David.
Yo apuesto la quincena, a que la lotería casada es consecuencia del acaparamiento feroz de las libretas. Y lo atinado sería un impuesto relativo y dejar tranquilos a los billeteros con sus rifas, que ellos en la cadena alimenticia de nuestra cultura popular, son necesarios incluyendo sus groserías y la hipocresía no gubernamental en 87 años de beneficencia comprobada.