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Sin embargo, pierdo el control

Redacción | Crítica en Línea

En algunas comunidades, de esas que se las tiran de "high class", también existe gente con desbordamiento de pasiones que se estiran hasta el infinito, se hace la loca cuando le conviene y lo que causa son trastornos en la vida diaria de muchas personas. A esta gente, los estamentos del orden público tienen que mirar con recelo, porque pueden provocar desgracias y más cuando se amparan en familiares, parientes y amigos que dicen tener mucho dinero y "buco" de influencias en diferentes entes de justicia del Estado panameño.

A este gente, la sociedad los repudia porque sólo el aspecto que presentan provoca eso y mucho más. No respetan a nadie, no respetan a mujeres, personas con discapacidad, viejos, ancianos, jóvenes, etc. Ellos son ellos y sólo ellos.

Esto ya es común y parece una epidemia, y es parte del desenfreno en que vive la sociedad hoy en día, con gente con problemas psíquicos, mentales y paranoicos.

Esta gente no es inofensiva, muy al contrario, es peligrosa y puede atentar contra la integridad de otras personas que viven a su alrededor. Son los nuevos locos por conveniencia, que amenazan con destrucción, con ajuste de cuentas, con venganzas, etc. No son sicarios, pero a veces actúan peor que los sicarios.

A esta gente de las barriadas conocidas de clase media para arriba, a pesar de tener síntomas de descontrol, la Policía los trata mejor que a los que encuentran en barriadas populares. Mucha gente se pregunta, ¿cuál es la diferencia?

La diferencia estriba en que los acelerados de clase media para arriba tienen padrinos y madrinas, y por esa sencilla razón los agentes de la Policía se privan de ponerles las esposas, que es lo que se merecen por atentar contra la paz ciudadana.

La sociedad sólo cambiará cuando la justicia haga su respectivo cambio. La sociedad sólo cambiará cuando deje de existir el tráfico de influencia, cosa de lo que carece la gente de las barriadas más populares y pobres del país. Y la sociedad sólo cambiará cuando las mujeres con vestidos de tres piezas, y los encorbatados y perfumados dejen de meterse en la justicia y permitan que ésta actúe como manda la Constitución y las leyes.

Y la sociedad sólo cambiará cuando las personas que laboran en los Órganos de Justicia del Estado dejen de meter sus manos y sus influencias en las comunidades para que estas por el sentido de la intimidación hagan lo que ellos quieren que se haga. Por eso, nunca serán buenos panameños y siempre serán repudiados por la gente decente.




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