Para el bebé y el niño, jugar es la manera de descubrir, explorar y conocer el mundo.
Es su actividad principal. Una experiencia creadora constante.
Y para poder desarrollarla adecuadamente necesita, desde los inicios de su vida poder hacerlo en un ámbito confiable que le dé seguridad, en el que pueda usar todos sus sentidos, para, a partir de allí, ir desarrollando funciones más complejas tales como sentir, percibir, intuir, pensar.
Chupar objetos, manipularlos, golpear, arrojar, buscar, sacar, poner, esconder, etc. serán las maneras que tendrá de desplegar todas sus posibilidades y potencialidades afectivas e intelectuales.
Y también de conocer su cuerpo y de recrear la realidad en la que vive.
Las maneras de jugar van cambiando a medida que los chicos crecen y se desarrollan en lo físico, psíquico y social.
Los primeros juegos son los funcionales; estos son aquellos en que el bebé está "jugando" aunque a veces no nos demos cuenta de ello.
El bebé tiende a prolongar las sensaciones placenteras, repitiendo una y otra vez una actividad o un movimiento, con el fin de mantener ese placer que en un primer momento obtuvo por casualidad. Así logra con el tiempo realizar esto con mayor seguridad, lo que le da mucha alegría y confianza en sí mismo.