domingo 16 de noviembre de 2008

 

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Rescate del Olvido: Rubén Villalaz

José Morales Vásquez ([email protected]) | Investigador de Arte.

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La pintura de Villalaz sigue las orientaciones de la escuela clásica.

Casi todos los pintores que dejamos mencionados han cultivado o cultivan la acuarela, de igual modo que los acuarelistas aquí considerados como tales, utilizan con frecuencia otras técnicas pictóricas.

Dedicado casi exclusivamente a la acuarela -aún cuando hay varios óleos suyos en colecciones particulares, y uno en el Museo Nacional-Rubén Villalaz.

Nace en la Villa de Los Santos el 20 de septiembre de 1897, llega a Roma en 1925 ingresando a la Escuela Libre del Desnudo de la Academia de Bellas Artes y en la Escuela de Artes Ornamentales, donde adquiere un título de diseño pictórico. Admitido en el círculo artístico de Roma, Villalaz tuvo de profesor de acuarela a Dante Ricci y concurrió, junto con otros pintores hispanoamericanos, a exposiciones celebradas en el mencionado círculo.

Cultivando asiduamente la acuarela, por entender el artista que es la clase de pintura más adecuada para la interpretación de los motivos típicos nacionales, pero sin abandonar el óleo, la pintura de Villalaz sigue las orientaciones de la escuela clásica, con ciertas libertades ideales en el tratamiento del color, sobre todo en el paisaje y en las composiciones.

Tomado de Panamá Cincuenta Años de República. Escrito por: Renato Olores.

A continuación se transcribe, un documento, publicado por Épocas Segunda Era, mayo de 1992

Titulado: Don Rubén Villalaz, una vida dedicada al arte, escrito por Pedro Luis Prados.

Todo intento por definir el itinerario de la plástica nacional, sus vertientes y derroteros, sería un esfuerzo incompleto si en él no se pondera la obra de Rubén Villalaz y su influencia en las generaciones siguientes.

En una visita reciente que hiciéramos al nonagenario maestro, en el tranquilo retiró hogareño de su Residencia en las Cumbres, acompañado de Doña Carmen, su esposa desde hace casi medio siglo, tuvimos oportunidad de retomar algunos temas desde hace tiempo soslayados sobre su vida y de su obra. Esquivo, distraído algunas veces, el maestro, con su gorrillo de lana azul en su cabeza, aclaraba y corregía algunas de mis observaciones, notificándolas con aspectos desconocidos de su carrera.

Rubén Villalaz nace en 1897, en la Villas de los Santos, descendientes de una familia de artistas, de las cuales sus tíos Nicanor y Sebastián han dejado una obra reconocida. El aprendizaje inicial con sus parientes fue ampliando en la Escuela del Desnudo de la Academia de Bellas Artes de Roma y en la Escuela de Artes Ornamentales de la misma ciudad, especializándose con el maestro Dante Ricci en las técnicas de la acuarela.

El contacto con los numerosos "ismos" que proliferan en Europa a principios de los años 20, y en donde toman carta de naturaleza italiana el Futurismo y el Dadaísmo, parecen no haber influido notablemente en el joven panameño, quien se mantiene en la tradición post-impresionista, como lo revelan algunos paisajes fechados en Roma y de Genova durante esa época. Testimonian el cuidado y limpieza de sus trabajos de estudiante, algunos retratos y desnudos que guardan la precisión en el dibujo y la voluptuosidad de las formas de cierta influencia neo-clásica.

Recuerda el artista con entusiasmo su regreso al país en 1929, el inicio de su docencia en la Escuela Normal de Institutoras y el contacto con esa realidad tan nuestra de la que no se volverá a desprender. Nos habla de su residencia en "La Normandy", en una Avenida Central ahita de comercios orientales y cantinas, vigilada por un inmenso cocodrilo de ojos de vidrios y luces de colores, inmortalizado por el poeta León Felipe en su Good Bay Panamá. De esa época resultan numerosos paisajes urbanos de "El Terraplén", "El mercado público" y fachadas cuidadosas de las casas y calles del barrio chino en donde el pintor compartía parte de su tiempo.

El ejercicio de la acuarela y el paisaje no declinó su disposición por los retratos al óleo, los cuales ejecuta con delicadeza y realismo, marcando las gradaciones del claro-oscuro para destacar los perfiles de la imagen. El "retrato de la Negra Simmóns" (1932) y el "Retrato de Doña Carmen de Villalaz (1942), son ejemplos de esta preferencia poco utilizada. Numerosos son los retratos y los autorretratos ejecutados con acuarelas en donde hace prevalecer el mismo cuidado y dominio de aquellos ejecutados al óleo.

Sus conocimientos de la anatomía humana le permiten establecer con claridad y precisión, ya en los torsos desnudos o en los movimientos de las empolleradas, la exactitud de la proporción y la forma, haciendo del trabajo cromático, un complemento del dibujo. Pero la persistencia del impresionismo se manifiesta en el remarcado de los entornos y la brevedad

de los trazos, que van definiendo las formas y por los efectos de las tonalidades del color y la transparencia y soltura de la imagen.

El próximo domingo tendremos la parte final de este especial a RUBÉN VILLALAZ.

DETALLES
Sus obras fueron altamente elogiadas por la crítica, llegando a compararse su pintura con la del entonces famoso acuarelista italiano Beltreme.

 

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