Mi olfato indígena no confía en Obama. Y es que, la vida de este muchacho flaco y atrayente, es tan extraña como la del espantoso jorobado Grenoille, aquel de la terrorífica novela el Perfume de Peter Suskind. A Grenoille lo botó su mamá cuando nació, en un tripero de pescado junto al mercado donde trabajaba, mientras que Obama no supo más de sus padres desde los seis años.
Grenoille sufrió en su ascenso mucho más que Obama, este último con la fortuna de saber que su padre fue un exótico negro musulmán de Kenia y su madre una mujer caucásica de Kansas que lo concibió en Kaneohe, estado de Hawai en 1961.
Grenoille hechizó e hizo levitar y llorar a pueblos enteros y a miles de embelesados franceses enloquecidos por su perfume hasta que lo mataron., lo mismo, pero peor hizo Obama en Europa y Estados Unidos y apuesto mi porción anual de chicha fuerte, que hubiese hecho lo mismo con millones de macacos en Shangai, ojalá que no lo maten.
Subyace algo muy raro en estos dos muchachos, que en el medioevo los hubiesen quemado en la hoguera al confundirlos con el anticristo. Como cosa del diablo, por una u otra razón, cuando adultos quedaron olímpicamente huérfanos, como para que sus padres no pagasen por esos alumbramientos fuera del calco cristiano., y lo más espeluznante en Obama, es el año de su nacimiento, que de acuerdo a los estudiosos de Nostradamus, después de Juan Pablo II, vendría el Papa negro y finalmente el Apocalipsis., para mí que estos intérpretes confundieron al Papa negro con Obama, por el parecido que tienen la Casa Blanca y el Vaticano. El mundo entero parece estar de rodillas a Obama, por lo que conociendo a muchos políticos, pastores y curas criollos no me extraña que ya tengan rodilleras nuevas. En Capira hacemos efectivos escapularios con "ojo de venao", para librarnos de estos espantos. Para mí, Obama podría ser el Papa negro que vaticinó Nostradamus.