La incautación de casi tres toneladas de cocaína en una bodega en el corregimiento de Pedregal confirman que Panamá sigue siendo un punto de reexportación de los carteles del narcotráfico.
Ese solo decomiso revela el nivel de las operaciones de narcotráfico que se desarrollan a través de aire, mar y tierra en Panamá. Es una lucha de nunca acabar y donde no se puede bajar la guardia.
Es casi seguro que esa cocaína llegó desde Colombia a territorio panameño por la vía marítima. Luego sería enviada vía terrestre a México y de allí a Estados Unidos vía terrestre a través de camiones provistos de doble fondo.
Es una asociación de traficantes de Colombia y México con células en Panamá, que están moviendo grandes cargamentos de narcóticos.
Además hay que resaltar que mundialmente apenas se incauta un poco más del 40% de la producción de cocaína, es decir que de cada cuatro cargamentos de esa droga que se trafica, seis no son capturados por las autoridades.
Pero la lucha antidrogas en Panamá no puede quedarse sólo en la ubicación de los cargamentos del polvo blanco que inhalan los adictos, sino que deben reforzarse las acciones contra el lavado de capitales, que al final es lo que mantiene en vigencia ese ilícito negocio.
La captura de narcotraficantes y de drogas es apenas una parte de la lucha, pero las finanzas de esa organizaciones es lo medular. De no mejorar la actividad de las autoridades en esa fase, los carteles podrán resentir los golpes esporádicos que le propinen las fuerzas de la ley, pero así podrán resistir y reiniciar en poco tiempo sus operaciones, buscando nuevos métodos para que sus cargamentos no sean detectados en los pasos fronterizos.