En el año 1821, La Villa de Los Santos era el pueblo más importante en la Península de Azuero, era el más grande que había, así lo narran los libros de historia, lo dicen los escritos de la iglesia.
Si se observa muy bien las dimensiones de la iglesia, que es colonial, y que fue construida hace varios siglos, se destaca que este pueblo era importante, porque era de un tamaño considerable para esa época, explicó Aguilar, también miembro del Patronato 10 de Noviembre.
Dijo que al momento de efectuarse el acto de rebelión de los santeños en contra de los españoles, no hubo sangre, violencia ni irrespeto contra las autoridades españolas ya vencidas, pues fueron tomados por sorpresa.
El grupo de santeños rebeldes les pidió a los soldados que se retiraran del pueblo, así que no hubo forcejeo ni violencia y se retiraron.
Luego llegaron de Panamá a La Villa de Los Santos dos Tenientes Coroneles, españoles a intimidar a los parroquianos cuando se encontraban realizando un cabildo, y les pidieron que volvieran a jurarle lealtad al Rey de España, pero estaba en la reunión del cabildo de ese día Francisco Gómez Miró, un líder natariego amante de la libertad, se levantó, tomó la palabra y exaltado, les dijo a los representantes del colonialismo español que de ninguna manera, que no se iba a retroceder en lo actuado, es decir el grito de libertad, y que los santeños se mantenían en su acto de rebeldía y en su deseo de ser libres.
Narró que para la época ya había ocurrido la Revolución Francesa, y la idea de aquella Revolución, de "Libertad, Igualdad y Fraternidad", clandestinamente ya corría por los pueblos de América Latina. Entonces, queriendo también lograr la independencia no solo del pueblo de La Villa, sino de todo el país, dan al traste con el colonialismo español.
"El colonialismo en La Villa era muy fuerte, había esclavitud y maltrato de parte de las autoridades españolas en contra del pueblo, pero el santeño parece que nació rebelde. El pueblo de La Villa lo habita espontáneamente un grupo de natariegos que llegaron a vivir al área para liberarse de aquellas autoridades, luego las autoridades natariegas vinieron a someter a este pueblo, pero un 10 de noviembre la Real Audiencia de Panamá legaliza la fundación del distrito de La Villa de Los Santos, el año no lo recuerdo", indicó.
EL ALZA POR LA LIBERTAD
El deseo de libertad encontró eco en la persona de Segundo de Villarreal y formó un batallón de voluntarios villanos y armándolos con escopetas, algunos viejos arcabuces, machetes y palos, montó una guardia resuelta a dar la vida por la proclamación de la Independencia de su patria, y derrocar al gobierno español, atacaron el cuartel y pusieron en libertad a todos los ciudadanos santeños que se encontraban presos por haber sido considerados como conspiradores. No se registró una sola muerte durante la afrenta, ni un solo ultraje a la dignidad personal de los avasallados españoles; sin embargo, fueron tratados con caballerosidad e hidalguía, hasta que fueron remitidos y custodiados hasta la ciudad de Panamá.
Luego de la afrenta, los Cabildantes se dedicaron a despachar postas (correos), a todos los pueblos, anunciándoles la noticia de que ya eran libres, y la monarquía española no gobernaba en el país y se había acabado la dictadura militar que tantos sufrimientos les había causado. A partir de entonces, las diferencias sociales desaparecieron y todos los ciudadanos eran iguales ante la Ley.
Entre los pueblos que primero respondieron al llamado de Libertad encabezado por Segundo de Villarreal están, por Las Tablas los Concejales, Pedro Damián Pérez, José del Rosario Espino, Simón Velasco, José Respeto, José Domínguez y Dolores Espino entre otros. Estos enviaron una carta a Villarreal en la que manifestaban su complacencia por la gesta y su apoyo, el 8 de febrero de 1822.
Además representantes de Pocrí, Pedasí, Santa María, Parita, Ocú, Macaracas y Pesé, se fundó el primer batallón para defender la República.
EL TRABAJO DE RUFINA ALFARO
Se dice que la conocida heroína Rufina Alfaro no existió, pero el escritor santeño, Horacio Moreno plasmó en uno de sus escritos que el brazo y la acción de una joven de 22 años, vino a ser el genio de la estrategia que se empleara en la destrucción de la fortaleza del cuartel español, que tantos vejámenes había causado a los jefes de familia que sufrían los frecuentes atentados contra los derechos humanos y lo más sagrado del hombre.
Se dice que era una mujer atractiva, de ojos negros rasgados, cabellera negra que siempre llevaba extendida, trigueña, de alta estatura, delgada de cintura y senos protuberantes. Nació en el caserío de Las Peñas de Los Santos, aunque todavía se ignora la fecha de su nacimiento y el nombre de sus padres.
Vivía junto a sus padres en una casa de techo de tejas y pencas. Se sustentaba de la agricultura y la cría de gallinas, sabía leer y escribir y rezaba la doctrina cristiana. Vestía ordinariamente de basquiña con pliegues que le ajustaban a la cadera.
Se dedicaba a vender verduras y huevos en la población. Rufina consintió en coadyuvar al triunfo de la revolución que se fraguaba contra el sistema colonial.
Se distinguía por sus finos modales y chispeante charla que le abrían paso a las mejores salas de la ciudad. Así pudo conquistar simpatías entre los soldados españoles ya que su negocio también le daba acceso a esas visitas.
Según narra Moreno, el jefe del cuartel mantenía largas charlas amorosas con Rufina.
Rufina en su última visita al cuartel, para cumplir con la misión de los revolucionarios les comunicó que los soldados españoles realizaban limpieza de armas. Encabezó la marcha de la infantería que iba al triunfo o al sacrificio para indicarles los puntos débiles. Al comenzar la batalla no dejó de gritar ¡Viva la Libertad¡ y Al esclarecer el día 10 de noviembre de 1821, habían conseguido la libertad.
Moreno explica que los datos de esta historia fueron obtenidos de una pariente de 86 años que tuvo amistad con la familia Vásquez Zambrano, muy conocida en Los Santos quienes mantenían un negocio de carne de res y cerdo, arroz, frijoles y otros granos, cuyo local era frecuentado por el padre de Rufina.