El presidente de EE.UU., George W. Bush, se declaró "insatisfecho" con la situación en Irak, dejó entrever la existencia de roces con el Gobierno en Bagdad y advirtió de que la paciencia de su país "no es ilimitada".
En una rueda de prensa celebrada en la sala Este de la Casa Blanca, un Bush que habló en tono sombrío, planteó un análisis de la guerra en Irak muy alejado del optimismo de meses atrás, aunque insistió en su apoyo al primer ministro de ese país, Nuri Al Maliki.
A falta de dos semanas para las elecciones legislativas en EE.UU., la grave situación en Irak se ha convertido en el principal problema para el Gobierno y el Partido Republicano, al que la mayoría de las encuestas pronostica una derrota por el descontento popular por la marcha de la guerra.
En lo que va del mes de octubre, cerca de 90 soldados estadounidenses han muerto en el país árabe.