La disparatada afirmación de que los compradores podrían ser timados con autos dañados por el huracán Katrina, es el nuevo pretexto de algunas distribuidoras de autos nuevos para demandar mayores restricciones a la importación de vehículos usados. No que se busca proteger a los compradores de autos usados, sino encubrir la vieja aspiración de los vendedores de autos nuevos de librarse de la competencia que le han montado los importadores de autos usados que, lógicamente, se venden a precios muy inferiores.
A pesar de que la administración Endara bajó los impuestos a la importación, los autos siguen siendo muy caros. Y lo son aún más por los "financiamientos" que cargan las mismas distribuidoras. Cualquier auto nuevo o reposeído, financiado, cuesta más de tres veces lo que pagó el importador.
Los vendedores de autos usados no son santos, pero presumir que todos son pícaros es acusación antojadiza.
Por otra parte, los compradores, según las normas legales vigentes, tienen el derecho de verificar si el auto está en buenas condiciones o de reclamar ante las autoridades competentes, si no se les informó sido sobre su verdadero estado o si el vehículo tuviera daños que ocultó el vendedor.
La venta de autos usados debe regularse para, por ejemplo, no permitir la importación de autos con más de cuatro años, exigir la revisión por talleres independientes, evitar la alteración del odómetro, o fijar períodos razonables de garantía. Pero bajo ninguna circunstancia debe permitirse que con excusas baladíes, algunos aViva, Crítica en Líneatos monopolicen el mercado de autos y priven a las personas de menores recursos de la posibilidad de tener un medio de transporte propio.