Hay que reconocer que la forma como se manejó el tema del diálogo para modificar la Ley 30 fue acertada y exitosa.
Los resultados demostraron que, cuando los panameños inteligentes se sientan a conversar y deponen al menos por un tiempo sus intereses políticos y particulares, el que gana es el país. Si desde un principio, este tema se hubiera manejado sin caprichos y autoritarismo, los conflictos y muertos en Bocas del Toro hoy no formarían parte de nuestra historia triste y reciente.
No todo fue color de rosas durante los tres meses de discusión. Saltaron amenazas de algunos grupos de levantarse de la mesa, luego de considerar que más que buscar resultados consensuados, el gobierno intentaba montar un "show mediático" para distraer a la ciudadanía.
Al final, ganó la cordura y, hoy, la nación respira una paz, al menos aparente. Sin duda alguna que los mediadores en el conflicto jugaron un papel preponderante, se armaron de paciencia, particularmente cuando todo parecía perdido. Creo que, con lo ocurrido en la Mesa del Diálogo, el "gobierno del cambio" se anota un gol de media cancha y da visos de que las cosas empiezan a hacerse bien y que las promesas, dejarán de ser eso, promesas.
Soy del pensamiento que si Ricardo Martinelli cumple sus promesas de construir el metro, frenar el aumento de la violencia y mejorar el sistema educativo, se sentarán las bases para convertir a Panamá en ese país que todos anhelamos.
Hay que empezar a trabajar en el tema de la libertad de expresión, y buscar fórmulas para lograr el aumento de los jubilados y educadores. Hay que mejorar las calles, bajar el costo de la canasta básica y especialmente resolver el problema de la basura.
Dios quiera que la administración de Martinelli realice un buen gobierno y cumpla todas sus promesas, que mejore la situación económica de todos los panameños, y que haya más empleo y menos conflictos.
Tremendo ejemplo para el país lo ocurrido en el diálogo. Congratulaciones a los sindicalistas, educadores, empresarios, políticos y para el gobierno. No hay sentido en pelear y discutir. Hablando se entiende la gente.