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Guillermo Taylor y su mercancía. (Foto: Alejandro Méndez/ EPASA) |
Caminando por el populoso corregimiento de Santa Ana encontramos al señor Guillermo Taylor, quien se dedica a la venta de chicha de borojó.
Desde que dejó de laborar repartiendo hielo sabía que el dinero no le iba a caer del cielo y que tenía que hacer algo para ganarse la vida honradamente.
Puso una venta de chicha de borojó, entre Calle 16 y Calle frente a la antigua panadería La Victoria.
A diferencia de otros puestos, a Taylor le gusta premiar a sus clientes que acuden a comprarle con botella y jarras cobrándoles menos de la cuenta o regalándole siempre la ñapa. El vaso cuesta 25 y 50 centavos.
Su entrega y buena atención a este oficio, le permite a Taylor mantener una clientela fija que en su mayoría son conductores de taxis y buses.
Hoy, esta actividad lo ha convertido en el pilar de subsistencia de él junto a su familia, quien aseguró que lo que sale de la venta lo invierte en gastos para el hogar y su hija menor.
Bajo sol o agua siempre encontrarán este puesto de lunes a sábados, desde las ocho de la mañana.
LA FRUTA
La fruta de borojó es altamente energética, con un alto contenido de sólidos solubles y proteínas. Tiene grandes cantidades de aminoácidos y fósforo esenciales para los humanos.
La fruta de borojó es famosa por sus supuestas características afrodisíacas.
Ha demostrado efectividad en:
la lucha contra afecciones bronquiales, equilibrar el azúcar en la sangre, combatir la desnutrición controlar la hipertensión arterial aumentar la potencia sexual, entre otros.
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