Frente a una situación de emergencia como la desconocida enfermedad que viene cobrando la vida de los panameños, se requiere que el Ministerio de Salud maneje adecuadamente la información y evitar el secretismo.
No puede ser que un día, las autoridades anuncien que el número de víctimas sean seis y al día siguiente la cifra de deceso se dispare a 15.
Frente a un tema delicado no se puede andar con reservas. Por muy delicada que sea la situación, lo más correcto es informar adecuadamente a la población para que ésta tome conciencia y adopte las medidas sanitarias para prevenir nuevos decesos.
Las enfermedades son inevitables. Ni el gobierno ni la oposición tienen la culpa de ello, pero tampoco se pueden estar cambiando las versiones de un día para otro.
En el país se han dado con anterioridad situaciones preocupantes en materia de salubridad como fue el tema del cólera, la sobrerradiación de pacientes del Instituto Oncológico, la crisis con los pacientes de hemodiálisis y más reciente el hantavirus que obligó a suspender los carnavales tableños.
En esos casos la información a tiempo y sin mayores reservas fue determinante para controlar las enfermedades y hacer los correctivos necesarios para evitar nuevos decesos.
Hay una realidad, existe alto nivel de preocupación entre la población.
Así las cosas habrá que acelerar los análisis de los laboratorios para identificar al mal que tiene una alta tasa de mortalidad, porque siete de cada 10 de afectados han fallecido y ya la ciudadanía comienza a preocuparse más de lo normal.
Dios nos permita obtener estos resultados a tiempo para, al menos, ponerle nombre a la situación.