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Alfonzo Zamora | Periodista

Los resultados de las elecciones en Brasil han sorprendido a los analistas internacionales que daban como ganador en la primera vuelta al carismático presidente Inacio Lula Da Silva. No lo logró, por lo que deberá enfrentar en una segunda ronda al derechista Geraldo Alckmin, donde se podría materializar otro descalabro de la izquierda latinoamericana, como ya ha ocurrido en Perú y México.

Según los analistas, lo que más ha influido en el resultado de los comicios brasileños son los casos de corrupción dentro del partido de Lula, que en el país del fútbol y la samba también ha sido un elemento utilizado para encontrar manchas y pecados en el colectivo del opositor Alckmin. Esta es una acción muy parecida a la sucia jugada utilizada por uno de los partidos en México, al cierre de la campaña, contra la organización política del candidato electo Felipe Calderón.

Otra de las causas posibles de la actual situación electoral en el gigante sudamericano son los incumplimientos de las promesas de campaña, por ejemplo, el combate a la extrema y agobiante pobreza, a los elementos del crimen organizado y la depuración de la economía. Estas decepciones no han permitido comprender que la intención de Lula era un ordenamiento durante el primer período para atacar frontalmente las anteriores debilidades del sistema brasileño durante el segundo ciclo gubernamental de Da Silva.

Además, no sería descabellado pensar que Lula podría ser víctima de la onda de nacionalizaciones impulsada por el presidente de Bolivia, Evo Morales, quien expropió a las empresas brasileñas la explotación de los hidrocarburos en su vecino país del altiplano, acción ante la que el presidente de Brasil no mostró una firme posición para preservar los intereses nacionales.

Otro detalle, quizás podría ser que un partido de los trabajadores como tal, no es la solución para manejar los hilos del poder en una nación como Brasil. Recordemos al antiguo líder polaco, Lech Walesa, quien dirigió la lucha contra el totalitarismo en su nación al punto de ganar el Premio Nóbel de la Paz para luego ser presidente durante el quinquenio 1990 - 1995.

El movimiento de Walesa nació del sindicato independiente Solidaridad, que después cayó sin poderse recuperar como consecuencia de los escándalos de corrupción y su absurda posición de negarse a dejar entrar a Polonia a la Unión Europea.

Así las cosas, los resultados de las elecciones en Brasil, cuya conclusión se dará con una segunda vuelta el próximo 29 de octubre, son lecciones que están dando los pueblos del mundo.

El presidente brasileño deberá establecer alianzas con sectores electorales comprometidos con lo social para poder así recobrar la fe perdida de sus simpatizantes, con la obligación de buscar fórmulas económicas más efectivas para insertar a su nación en la era de la globalización, con resultados que lleguen a las masas desfavorecidas.



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