Si nosotros no confiamos en lo que hacemos quién lo puede hacer. Es como suena la frase primero hay que quererse personalmente, para luego querer a los demás.
La confianza es el convencimiento que alcanzamos sobre nuestras propias capacidades y cualidades. Se asienta en nosotros a medida que constatamos nuestra aptitud en las tareas que realizamos y al tiempo que logramos la habilidad para mantener relaciones de calidad con los demás.
Hoy queremos referirnos a éste sentimiento, porque existen personas que ejecutan diferentes acciones, y al instante se arrepienten, lo que es un error, porque indica inseguridad en su actuar o forma de pensar.
Recuerda, de los errores se aprende, pero lo ideal es estar seguro de lo que decimos o hacemos, y más cuando se trata del empleo o de responsabilidades personales.
En ciertas ocasiones, la falta de confianza obedece al hecho de que no se tiene un estímulo por parte de las personas que están o se manejan en nuestro entorno, porque de hacerlo el esfuerzo para realizar las cosas sería mayor, y todo resultaría positivo.
Pero, en todo influye la autoestima ¿Por qué? Para contar con una buena autoestima debemos estar convencidos de que somos aptos para la vida que hemos elegido llevar.
Si se desconfía de uno, se actúa de igual manera con otro, lo que conduce a una visión negativa de todo y de todos.
Además, se es una persona tensa y con tendencia a controlar las relaciones sociales, que además desconfía de la amabilidad gratuita de su interlocutor. La falta de confianza provoca que se asuman riesgos y dificultades del acontecer cotidiano, dejando de aprender, experimentar, incluso de vivir el día a día.
Quien no goza de confianza en sí mismo, posterga las decisiones, da largas a los asuntos pendientes, va dejando cosas sin hacer por el camino y mantiene una actitud de parálisis.