En la mente de muchos políticos de los Estados Unidos subsisten los resabios del Gran Garrote que consiste en hacer lo que ellos dicen o de lo contrario no conceden nada a nadie. Así se ha expresado Monseñor José Luis Lacunza, presidente de la Conferencia Episcopal Panameña, al referirse a la incomodidad diplomática producida por la elección de Pedro Miguel González como máximo jerarca de la Asamblea Nacional.
Las declaraciones del prelado, publicadas en el diario El Panamá América otorgan un sentido realista a esta situación, más allá de los vaivenes que pudieran darse entre los diversos partidos políticos, además de conceder el grado de insolvencia a las reclamaciones de las autoridades estadounidenses en el caso del militar Zack Hernández, quien muriera en 1992 y donde había sido involucrado el diputado González, absuelto tras ser procesado en Panamá.
Otras causas que podrían alegar los estadounidenses en este caso serían los derechos humanos; sin embargo, mantienen estrechas relaciones con China Continental, nación a la que se considera uno de los principales trasgresores de esta norma internacional porque mantienen un régimen de explotación de sus trabajadores, sin salario mínimo, horarios establecidos, además de no otorgar prestaciones sociales. A pesar de ello, nada impide las inversiones del país del norte en territorio chino.
Otro aspecto que podría ser tomado en cuenta para rechazara la aprobación del Tratado de Promoción Comercial entre Panamá y Estados Unidos sería la proximidad de las elecciones para escoger a los candidatos presidenciales entre demócratas y republicanos, como han señalado varios analistas, quienes ven en este evento una justificación para explicar el fracaso del acuerdo.
Monseñor Lacunza ha dicho que Estados Unidos intenta ejercer presión con este tratado para imponer su criterio, porque esta es una práctica que por muchos años ha utilizado en sus relaciones diplomáticas con varios países de América.
Es posible entonces que los padres del capitalismo busquen una mejor posición en las negociaciones del país que concentra en la actualidad la mayor cantidad de inversión extranjera, con megaproyectos que alcanzarán los 30 mil millones de dólares, en la ampliación del Canal, la construcción y modernización de complejos portuarios, el saneamiento de la bahía, la construcción de la Cinta Costera, las refinerías de petróleo, la Zona Económica de Howard, las inversiones en infraestructura públicas, el impresionante crecimiento del sector de la construcción y el desarrollo de áreas turísticas, entre otros.
No negamos que el asunto de Pedro Miguel González sea político, pero en el país donde ha evolucionado el mercantilismo hasta convertirse en el fenómeno de la globalización, no todo se conduce por los principios porque las grandes empresas reclaman su participación en las iniciativas que se materializarán en nuestro país y no están dispuestos a renunciar porque Estados Unidos tiene muchos y grandes competidores.