Cuando el Diputado Olivares Frías dijo en el Pleno de la Asamblea de Diputados, que los Tableños no tienen derecho al agua del Río La Villa y que él tiene el control de la Planta Potabilizadora, amenazando que podía trancar la llave que está en la Villa de Los Santos, para que no fluyera este vital líquido hacia los demás usuarios, nos dejó a todos perplejos, horrorizados e indignados. Ya creíamos que los años de dictadura del General Noriega habían aleccionado suficientemente a los políticos, permitiéndoles comprender lo esencial de vivir en democracia, de aprender a escuchar la crítica ciudadana y de lo importante de actuar con prudencia, humildad y responsabilidad, cuando se tiene un cargo público.
Mas allá de si realmente el Diputado Olivares tiene el poder suficiente y los recursos represivos para acallar a los pueblos de Guararé y Las Tablas, que amenazó con matarlos de sed, creo que lo importante es el mensaje que de allí se desprende. Esto nos hace reconocer amargamente que el pueblo aún no ha aprendido a escoger correctamente a sus autoridades y que éstas aún no aprenden a escuchar las críticas y sugerencias. En pocas palabras, que nuestra democracia es aún muy débil e imperfecta, tarea que debemos culminar con empeño.
En el caso de la Potabilizadora Rufina Alfaro, los santeños tenemos razones para preocuparnos: La planta eléctrica de emergencia no está en condiciones de responder si se produce un apagón; no hay suficiente personal de mantenimiento; el presupuesto de mantenimiento es muy bajo; el equipo técnico que maneja la Planta requiere de mayor capacitación; hay que remplazar la vieja red de tuberías que lleva el agua a los hogares, y se requiere una estación secundaria de bombeo, con un nuevo tanque de reserva, para poder llevarle agua a los puntos altos como Santo Domingo, entre otros.
