No es un secreto que las reservas de petróleo en el mundo algún día se tienen que acabar. Esto está creando crisis en países que se abastecen de esta fuente de energía y Panamá no escapa de ello.
Ante esta problemática, que se anuncia a los cuatro vientos, es urgente actuar de inmediato. Nunca es tarde para aplicar medidas sanas que minimicen el impacto en la economía local.
Actualmente, nuestro consumo en energía eléctrica supera la barrera de los 990 mega watts diarios para una capacidad de generación aproximada de 1, 100 mega watts. Esto, traducido al idioma popular, indica que estamos viviendo un período estrechez que podría fácilmente, si no hacemos nada, conducirnos a la era de los apagones programados.
Las cifras son claras. El crecimiento de la demanda energética galopa de un 4% a un 7% para el próximo año. Esto nos obliga a actuar rápido para enamorar a los inversores y generar más proyectos hídricos y, sobre esto, la Autoridad Nacional de los Servicios Públicos está haciendo su papel: abriendo las puertas para que los interesados presenten ofertas de inversión y quitando licencias a los que no están cumpliendo con sus Estudios de Impacto Ambiental.
Los panameños deben estar conscientes de que la crisis no es un tema de Estado. El problema es de cada uno de nosotros, de lo contrario, no valdrá el millón y medio de focos fluorescentes que dentro unos meses entregará el Gobierno a más de 700 mil familias panameñas. Tampoco valdrá la pena interconectarnos con un mercado más barato como lo es Colombia, ni mucho menos buscar alternativas de energía eólica o a carbón.
Ojalá no tengamos que alumbrarnos con 'guaricha', como lo hacían nuestros abuelos. Actuemos y participemos todos en el plan de ahorro energético.