Hay algunos y algunas que ven conspiraciones en todas las esquinas. Si se topan con alguien en la calle, sienten que los miró feo. Si en el trabajo envían un memo a todo el personal, creen que los regaños fueron por algo que sólo él hizo, y cada vez que leen la columna de "Creo ser un buen ciudadano...", nadie les quita de la cabeza que se la dedicaron fue a él.
Incluso, reaccionan indignados a comentarios dirigidos hacia terceras personas. Siempre se sienten aludidos. Son capaces de interrumpir una conversación ajena para decir "no me estés acusando".
Para estos ultrasensibles, recibir una corrección o un llamado de atención es el equivalente a una mentada de madre. Siempre andan quejándose de que la esposa (o esposo) los van a quemar o a dejar, y por el otro lado, juran y perjuran que están en la cuerda floja en su trabajo.
Quienes están demasiado pendientes de lo que los demás hablan a sus espaldas jamás tienen tranquilidad ni pueden concentrarse en lo que realmente es importante. Siempre están a la defensiva, y en casos extremos, desarrollan conductas paranóicas y delirio de persecución.
Esto no es más que una clara manifestación de inseguridad. No confían en sus propias capacidades, y por ende, piensan que todo el mundo piensa lo mismo, cuando en realidad la mayor parte de la gente está demasiado ocupada con sus propios problemas para detenerse a ver los defectos de uno.
La única solución para esto es mirar hacia adelante, en vez de hacia atrás y a los lados.
El punto es: es imposible ser perfecto, y al mismo tiempo es imposible evitar que hablen de uno. Lo único que queda es echar "pa' lante". Después de todo, la gente que más feliz vive son aquellos a quienes todo les resbala.