Este país, es el país donde suceden las cosas más extrañas. Donde a lo bueno llaman malo y a lo malo bueno, donde los intereses particulares operan por sobre los colectivos y donde trabajar por el desarrollo del país viene detrás de los ideales político-partidistas.
Me siento decepcionado del país en el que vivimos, o mejor dicho de los políticos del país en el que vivimos, que se la pasan por años en discusiones sin importancia y de proyecto en proyecto que nunca llegan a feliz término, mientras la mayoría de los panameños navegamos con botes salvavidas en las profundidades del desánimo, sorteando las olas de la inseguridad en las calles, de un pésimo servicio de transporte colectivo y de una mala distribución de las riquezas.
Y es que los políticos que circundan las calles de nuestro pequeño terruño son malos o muy malos, o al menos esa es la percepción que tengo. Fantasmagóricos representantes de la colectividad que cuando están en oposición prometen el cielo y la tierra pero cuando son gobierno, parecen perder la memoria, y a los que sin embargo, ilusamente los premiamos con una curul legislativa.
Por años he intentado encontrar buenos políticos y son pocos los que dan la talla o los que califican, la mayoría pierde credibilidad por estar sometidos a una disciplina de partido con la cual no comulgo en absoluto. No obstante admiro, a los pocos que han levantado su voz para decir "no estoy de acuerdo con eso o no es correcto", aunque eso le haya supuesto la marginación.
La política criolla debe mejorar pues se acercan las elecciones, aunque a muchos no parece interesarle participar, por los malos políticos que tenemos.
Por el momento considero oportuno intervenir en el sufragio, porque de esa forma al menos tendré la oportunidad de premiar con el "voto de castigo" a los malos políticos.