"Tentación, divina tentación, tienes cuerpo de mujer", casi podría atribuírsele decir y pensar a Arturo Reyes cuando con cara de borrego listo para ir al matadero (léase borracho de deseo) el susodicho se apresta a meterle diente a una corderita, mejor dicho a una "loba" vestida de oveja que quiere cambiar de pastor.
"¡Vuelve a tu redil!", le diría, entonces, su Hada Madrina, que diga, su angelita guardiana, al alocado hombre que, en vez de honrar a su esposa Isolda que le dio sus años de mozuela, quiere regalarse la vista, el tacto y otros sentidos con un "bocado" prohibido, que le puede costar hasta la vida. O la de ella, por enredarse él en redes peligrosas y seguir consejos nada aconsejables.
Esa combinación puede ser letal: malos deseos, un arma y palabras necias que sirven de acicate.
Juntos, estos elementos pueden hacer la diferencia entre ganar o perder terreno, respeto, la pareja, el alma..
Luces y tinieblas, extrañas apariciones (¿reales o ficticias?), voces (¿la conciencia?), pugna entre los instintos, entre el bien y el mal, la envidia, la disconformidad, el perder o ganar autocontrol, el tráfico de influencia son aspectos que salen a colación en la comedia "El patio del vecino", que se presenta en el teatro La Quadra, escrita por Edgardo Molino García y con la actuación de Rodrigo Farrugia (Arturo), Ceila González (Urania), Edgardo Molino García (Eugenio), Meche Ochoa (Isolda), Luigi Lescure (Vecino), Pilar Castro (Olga), Alicia Alonso (Altagracia), Issa Farides Espinosa (Coro/Sicaria) e Ítalo Castillo A. (Coro/Sicario).