Para que usted se sienta con más vigor, con más energía, debe aprender a canalizar esa energía, tener ideales en la vida y eliminar las cosas sin importancia.
No haga mucho caso de la gente que dice estar siempre cansada; de los que viven quejándose del trabajo, que siempre están como agotados. Esas personas podrían contagiarlo e irlo intoxicando con su lenguaje, con su forma de hablar, por estar siempre tirados en una cama. Estas personas suelen decir: ¡Qué cansado estoy, no puedo más, qué vida, qué trabajo, esto es de locos, voy a morirme antes de tiempo! Pues ese cansancio es, muchas veces, puramente mental; no es físico. No se contagie de esas personas, Usted puede dar mucho de sí.
Tampoco crea que la vejez sea sinónimo de cansancio. Nuestros patrones culturales nos hacen pensar que ya el viejo tiene que vivir sentado, acostado o durmiendo y sin producir nada. Nuestra cultura se imagina siempre al hombre de la tercera edad, como un simple anciano que debe arrinconarse en la vida y esperar pacientemente la muerte.
¡Esto es una gran mentira! El hombre mayor ha perdido cierta energía, pero no tiene que sentirse tan cansado como en muchas ocasiones piensa que debe sentirse. A veces su cansancio viene por sentirse derrotado en la vida, por sentirse inútil, por sentirse que ya poco puede hacer.
Va perdiendo agilidad mental, elasticidad en los músculos, se va apoltronando y quedando arrinconado en la casa; sentado todo el día sin hacer nada; sin leer, sin caminar, sin trabajar. Esto es terrible y es doloroso. ¿Sabía usted que algunos hombres exitosos realizaron grandes obras después de los 60 ó 70 años? Hombres como Dalí, Miguel Angel y otros, seguían pintando aún después de una edad avanzada. Adenauer seguía dirigiendo Alemania, Reagan dirigía a ese gran país que es los Estados Unidos, Churchill dirigió a Inglaterra durante la guerra y la post-guerra, De Gaulle también dirigió a Francia en la guerra clandestinamente, Andrés Segovia, ese gran guitarrista, a sus 92 años seguía dando conciertos hermosos por toda Europa, Juan Pablo II, a los 84 años, todavía dirigía a la Iglesia Católica en el mundo entero.
No crea usted que tener mucha edad es señal de que debe arrinconarse en la vida.