Los resultados que se han obtenido con el uso del sistema Pele Police en la reducción de los homicidios y en lograr la detención de numerosos ciudadanos que eran requeridos por la justicia, ponen de manifiesto que también hay que adaptar las últimas tecnologías a nuestro sitema de migración.
El crecimiento económico de la última década ha venido acompañado de una ola inmigratoria proveniente de todo el mundo. Lamentablemente, no todos los que entran a este país lo hacen con la intención de invertir o asentarse honestamente.
Ahí está el caso del Wild Bill, quien en nuestro suelo acabó con las vidas de cinco personas en Bocas del Toro. Este sujeto no se estrenó en el crimen aquí. Ya en su natal Estados Unidos tenía un grueso prontuario, y estaba vinculado a grupos ilegales de supremacía blanca. Difícilmente el tipo de persona a la que cualquier país desearía abrirle las puertas.
No solo es Wild Bill, sino muchos otros criminales foráneos que roban, matan, estafan, y se organizan para delinquir. A este tipo de elementos, que en Panamá dan mala fama a sus compatriotas, debe ponérseles un alto en el mismo aeropuerto.
Deben fortalecerse los acuerdos internacionales de intercambio de información sobre delincuentes con otras naciones, y modernizar a migración con una red computarizada de identificación de prófugos y personas que podrían ser considerados indeseables.
Aquí ya tenemos suficientes problemas para acoger a los de otras latitudes.