Cuando una persona viene de abajo y obtiene un puesto dentro de cualquier estructura laboral -no es una norma, pero suele ocurrir a menudo- siempre tiende a imponer reglar absurdas para justificar su salario y, por su puesto, su nueva posición.
Lo anterior ocurre en todos los niveles, pero el caso que encerramos en un círculo hoy es relacionado a los supermercados, almacenes o ferreterías. En estas tiendas tienen algo en particular. Su esquema está definido de la siguiente manera: Un gerente, jefe de pedido, supervisor, estanteros, mercaderistas y degustadoras. Estos dos últimos constituidos por personal de apoyo de las empresas proveedoras de mercaderías, ya sea de artículos comestibles, bellezas y ferretería.
¿Cuál es el dilema? Lo irritante aquí es que ciertos supervisores(ras) quieren imponer reglas "iraquíes" para quedar bien con el gerente de la tienda. Prohíben hablar por celular a los empleados, si embargo, la norma no rige para ellos.
Si nos ponemos a analizar la aparición de este aparato, podemos darnos cuenta que ha sido de gran apoyo en la economía, sobre todo -en este caso- en la solicitud de pedidos. Esta tecnología inalámbrica también ha ayudado a salvar vidas, al igual que ha servido para anunciar retrasos en los trabajos por tranque.
Sólo en la mente de un cavernícola cabe la idea de nadar contra la corriente y no permitir que un trabajador pueda recibir sus llamadas laborales y, por qué no, de alguna urgencia familiar.
Lo ideal sería establecer una política de uso. No permitir exceso para no afectar la productividad o solo hablar muy breve.
Si a usted como supervisora su jefe le impide hablar o recibir llamadas y, supongamos, su hija pide auxilio porque se está desangrando porque alguien la cortó. ¿Cómo se sentiría saber que pudo actuar a tiempo si no le hubieran obligado apagar su celular?
Ser flexibles no es sinónimo de ser débil. Al contrario, las personas que están bajo su mando comprenderán mejor las reglar del juego.