El chico historia de Panamá, Irving Saladino retorna hoy a la Patria para recibir los honores de su pueblo.
El campeón olímpico de salto largo tendrá un recibimiento de héroe. Los panameños se lanzarán a las calles para saludar el paso del joven que logró que por primera vez se entonara el Himno Nacional e izara la bandera panameña en una Olimpiada.
Son momentos para grabar en la memoria de todos. El logro deportivo es un ejemplo correcto para una juventud que a veces distrae sus capacidades físicas, intelectuales o culturales en asuntos que no valen la pena.
Lo de Saladino no es sólo el oro que conquistó el estadio Nido del Pájaro de Beijing; hay que sumarle la disciplina y el empeño de desarrollarse como atleta en condiciones que un principio le fueron muy adversas.
El triunfo del campeón colonense será también motivación para muchos jóvenes que hoy se desempeñan en el atletismo y para otros que ya sueñan en adentrarse en las disciplinas deportivas y conquistar victorias para orgullo personal y de la Patria.
La medalla dorada de Saladino se produjo gracias al empeño personal del atleta, de sus padres, de los dirigentes que creyeron en él, de los instructores que le dieron sus primeras enseñanzas y de los que hoy han logrado perfeccionar su técnica.
Ahora las cosas para Irving Saladino serán algo más fácil; los patrocinios abundarán, pero no hay que descuidar el entrenamiento, porque sus adversarios también escalar al primer lugar y saborear las mieles de ser campeón.