Hoy deben realizarse las honras fúnebres de los obreros Osvaldo Lorenzo Pérez y Luiyi Argüelles, muertos en pugnas sindicales y en enfrentamientos con la Policía Nacional.
Son hechos lamentables que han sembrado luto en hogares panameños. Dos muertos en una semana y no precisamente por accidentes de trabajo, sino por una violencia innecesaria.
Ojalá que esos hechos lleven a la meditación a la dirigencia sindical, al gobierno y a los empresarios, para que no se repitan situaciones que hoy llenan de dolor a dos humildes hogares del país.
La vida es lo más preciado del ser humano y perderla de la forma como les sucedió a Osvaldo Lorenzo y Luiyi Argüelles, debe de llenar de tristeza a todos y nos debe motivar a buscar caminos civilizados para dirimir las diferencias.
No somos salvajes para recurrir a las armas, a los golpes o al insulto para resolver los problemas. Ahora lo que se impone es una investigación objetiva de parte del Ministerio Público para determinar las responsabilidades en dichas muertes, de lo contrario se envía un mensaje de impunidad y cada persona creerá que puede hacer lo que sea, sin medir las consecuencias de sus actos.
Hoy los trabajadores de la construcción deben rendirle su tributo a los compañeros caídos y comprometerse a evitar que se produzcan otras muertes a causa de la violencia por la intolerancia entre hermanos panameños.
La huelga que han convocado para mañana es un derecho que tienen los obreros, pero entendiendo que se debe respetar al resto de la sociedad, que -aunque lamenta lo ocurrido- no está envuelta en el conflicto. No hay que olvidar la célebre frase de Benito Juárez: "el respeto al derecho ajeno es la paz".