Caminando por mi barrio, veía aquellos balcones viejos, mustios y apagados; recordaba aquellos días de mi infancia y hacia memoria de aquellos mismos balcones; la gran diferencia era que en aquel tiempo estaban llenos de bellas y hermosas flores. Balcones que reflejaban paz, amor y esperanza a través de sus bellas flores y de aquellos rostros sonrientes. Rostros que cuando te miraban te saludaban con algún gesto o alguna sonrisa.
Luego de terminar el recorrido por mi barrio, pude percatarme que aquellas flores que adornaban estos balcones dejaron de existir y que aquellos rostros sonrientes y llenos de esperanzas ya no eran los mismos. Solo encontré rostros que reflejaban miedo y tristeza, frustraciones y desesperanza.
Al ver estos rostros abatidos y olvidados por la sociedad descubrí que aquellas flores significaban la Esperanza de un pueblo y de una nación.
Siembra una flor en medio de tanta injusticia y violencia, siembra una en medio del desierto. Tomate tu tiempo para cultivarla y regarla cada día. Descubrirás que solo con esmero y dedicación, tu vida y tu hogar florecerán en medio de la nada.
¡Joven! haz la prueba y veras cuantas cosas bellas y hermosas Dios tiene preparadas para ti, recuerda siempre que nuestro Dios es un padre que esta loco de amor por sus hijos, un Dios que espera pacientemente a que te decidas a invocar su nombre para venir a tu encuentro, tomarte de la mano, levantarte y hacer de ti una persona de éxito.
Que este mensaje sea de bendición en tu vida, te haga tomar conciencia de la difícil realidad que estamos viviendo y que El Rey Jesús reine con poder y majestad en medio de ustedes.