En el trascurso de la vida a todos nos suceden cosas que a veces nos ponen a dudar del prójimo, lo malo es que a veces nos quedamos congelados en ese momento y nunca lo superamos.
Quién en la vida no ha sufrido un revés. Lo importante es aprender de las derrotas, no cometer los mismos errores y no perder la fe en la humanidad.
Hace poco conocí a un sujeto que tenía un negocio. El hombre descubrió que su hombre de confianza o su mano derecha le estaba robando. Al tipo le molestó en sumo grado esa traición a la confianza depositada. Ahora el comerciante no confía en nada ni en nadie. Piensa que todos los empleados son unos ladrones. El pobre hombre rico no tiene tranquilidad mental.
A veces me pregunto si vale la pena vivir de esa manera con una eterna preocupación.
Ese es el caso del comerciante desconfiado, pero ese tipo de dudas también impera en lo sentimental. Vemos a la mujer o el hombre que una vez sufrió una decepción con su pareja y ahora duerme con un ojo abierto y el otro cerrado, porque el que está o la que está ahora a su lado, lo puede pasar por la parrilla.
Lo que está para ti nadie te lo quita, dice una canción. Eso es verdad, para que preocuparse por un amor que no vale la pena o no te aprecia.
Por muy duro que te resulte, lo más difícil que resulte deja que eso se vaya con su costal de desconfianza sobre sus hombros.
A pesar de todo, hay un asunto donde el desconfiado vale dos.
Hablamos de la política. Allí si las traiciones están a la orden del día.
Una cosa muy cierta, toda persona o la gran mayoría vive con desconfianza, sobre todo por las situaciones que se presentan en el diario vivir. Por eso, muchos dicen que sólo confían en su sombra. Recuerde amigo lector, debe tener algo de confianza para que las cosas le resulten como espera.