Faltan apenas 10 días para la selección del nuevo administrador de la Autoridad del Canal de Panamá y poco o nada es lo que se sabe al respecto.
La vía acuática es el activo más preciado del país, sobre todo ahora que se proyecta una ampliación que requiere entre 5,000 y 8,000 millones de dólares.
Por años, a pesar de la reversión, ha existido una sensación de que el Canal sigue siendo un mundo aparte, igual como cuando era manejado por los norteamericanos.
Claro está que el Canal aporta mucho al Estado, pero el asunto no es sólo dinero. El proceso de selección del nuevo administrador debería ser algo más público y no un asunto de secretos.
Lo más correcto sería abrir un compás para que la opinión pública conociera quiénes son los candidatos, sus créditos profesionales y académicos, trayectoria y otros aspectos, que para cargos de menor importancia son requeridos.
Lo que se viene para el Canal y para el país es de mucha importancia. Se trata de la mayor inversión hecha por el país en toda su historia, por lo que no se concibe que a estas alturas, los panameños no sepamos ni siquiera quiénes son los precandidatos para administrar la vía acuática.
Al mismo tiempo, los once miembros de la junta directiva del Canal no deben caer en el juego de politizar el tema.
Si bien es cierto que la mayoría forma parte de los partidos de oposición y del oficialismo, hay temas en lo que debemos apartar nuestras simpatías y ventajas políticas, en beneficio de asuntos superiores.