Fueron doce horas de dar vueltas y vueltas sin llegar a nada. No fueron vueltas alrededor de la manzana de una ciudad, ni vueltas entre los árboles de un parque. Vito Suriani, encargado del aseo de una lavandería en Roma, Italia, quedó extrañamente encerrado en una gran secadora donde se seca la ropa recién lavada. No pudo salirse ni llamar a nadie.
Vito no supo cómo el aparato lo atrapó, ni cómo se puso él solo en marcha. Sólo supo que desde las 8 de la noche hasta las 8 de la mañana, estuvo dando vueltas y vueltas. "Estuvo como lo está el mundo -dijo Roberto Agradi, dueño del negocio-, dando vueltas y vueltas sin llegar a nada."
Es interesante la imagen de la que se valió el señor Agradi para describir lo que le pasó a su empleado: "Estuvo como lo está el mundo." La tierra da vueltas y vueltas, una vuelta completa sobre su eje cada 24 horas, y nadie sabe para qué ni para dónde va. Da una vuelta completa alrededor del sol cada 365 días, y nadie sabe por qué, ni para qué, ni cuándo terminará.
Así mismo la gente que vive sobre el planeta, siguiendo en esto a la madre tierra, está dando vueltas y vueltas sin hallarle sentido a la existencia. Es asombrosa la cantidad de personas que come, duerme, trabaja, ríe, llora, goza, sufre, se hace rica, se hace pobre, nace y muere, sin saber por qué ha vivido, para qué ha vivido y qué sentido tiene todo este continuo girar de la vida.
"¿Qué es la vida?" preguntaba un filósofo. Y él mismo contestaba: "Mucho ruido sin sentido." "¿Para qué hacerse preguntas -decía Amado Nervo- si todas las preguntas conducen a un "No sé"?"
Cuando no se tiene una fe viva y positiva en Dios nuestro Creador, y cuando no se cultiva diariamente la comunión con Cristo, la vida carece de sentido y la existencia se convierte en vapor. Cuando no hay un norte en la vida, y no hay una esperanza en el más allá, todo en este mundo se hace vago e incierto.
Jesucristo dijo: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Juan 8:12). Es cuando hacemos de Cristo el Señor y Maestro de nuestro corazón, que nuestra vida adquiere verdadero y cabal sentido. Démosle nuestra vida a Cristo.