El motor del barco hizo dos o tres explosiones típicas que presagiaban el problema y luego dejó de funcionar. ¿Cuál era el problema? Había consumido la última gota de combustible y se había quedado seco.
El Cairo Tercero, barco pesquero, quedó detenido, balanceándose en las turbulentas aguas del Océano Pacifico, y comenzó así una deriva que duró cinco meses, hasta ser depositado en las islas de Hawaii.
«Nunca sufrimos hambre -informó el capitán Gerardo Obregón Obando cuando fueron rescatados-. Comimos pescado, tortugas y tiburones con agua de lluvia, y nunca perdimos la fe en Dios.»
He aquí una buena dieta para sobrevivir cinco meses a la deriva en las aguas del océano: agua de lluvia, pescado, tortugas, tiburones y fe. Fe sencilla pero seria y fuerte en el Dios todopoderoso que sabe tenderle la mano a los necesitados.
Esta debe ser una lección para todos nosotros en todas las actividades de la vida. En todas nuestras pruebas, es decir, en todos los actos de nuestra vida, debemos tener fe en Dios. La fe es una fuerza sutil y silenciosa, pero puede mover montañas.
Los cinco pescadores del Cairo Tercero cultivaron cada día la fe y la esperanza. Y aunque pasaron cinco largos meses sin ver a otros seres humanos, sin comunicarse con nadie, sin ver pasar ningún barco en el horizonte, y sin ver tierra, la fe en Dios les sirvió de vista, de comunicación y de bote salvavidas.
La Biblia declara de una manera definitiva que «sin fe es imposible agradar a Dios» (Hebreos 11:6). Es decir, el no creer que Dios se interesa en nosotros y que sólo espera que invoquemos su nombre para responder a nuestra necesidad, es despreciar el socorro divino que Él nos ofrece. Si bien es imposible agradar a Dios sin fe, con fe es posible soportar grandes penurias, salir de grandes peligros, resistir grandes tentaciones y triunfar sobre grandes dificultades.
Pero ¿cómo adquirir fe en medio de una sociedad que está perdiendo rápidamente la fe que una vez tuvo? Tenemos que regresar al Libro eterno de Dios. El apóstol Pablo nos dice: «Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo» (Romanos 10:17).
Cristo quiere darnos fe para que por ella venzamos los problemas de la vida. Y para darnos fe, nos da su Palabra. Más vale que leamos el sagrado Libro de Dios.