A todos nos enseñaron en el colegió que somos como los árboles. Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Sobre este último punto, deseo preguntarte algo: ¿Estás preparado para la muerte?
Todo el mundo sabe que se va a morir, pero nadie se lo cree. Si no lo creyéramos, haríamos las cosas de otra manera.
Pero, ¿Cómo podemos estar preparados para morir?. Tal y como dicen algunos: "Haz como si todos los días se te pose en el hombro un pajarito que te pregunta: ¿este es el día?, ¿estás preparado?, ¿estás haciendo todo lo que tienes que hacer?, ¿estás siendo la persona que debes ser?.
La verdad es que cuando aprendemos a morir, aprendemos a vivir.
Nos engañamos acerca de la muerte, ya que si verdaderamente sabemos que nos vamos a morir y estamos preparados para que suceda en cualquier momento, podemos llegar a estar verdaderamente comprometidos en nuestra vida mientras vivimos.
Sin embargo cuando estamos sanos no pensamos en la muerte, porque vamos por la vida como sonámbulos, medio dormidos haciendo las cosas automáticamente. Haciendo lo que creemos que debemos hacer. El hecho de despertar a la muerte, lo cambia todo, nos quitamos de arriba esas boberías y nos centramos en lo esencial. Aprendamos a morir y aprenderemos a vivir.
Cualquiera de nosotros, sino hemos experimentado una pérdida importante, necesitamos saber que no estamos desamparados ante la posibilidad de un acontecimiento inevitable en nuestras vidas. Podemos prepararnos para las pérdidas incluyendo la muerte de un conyuge, hijo, padre, hermano, amigo, divorcio, hijos que se van de la casa, cirugía mayor, pérdida del trabajo o cualquier otro cambio importante en nuestras vidas.