¡Espérate!, tengo que explicarte algo. Así frenó una chica a un joven que estaba a punto de quitarle su jean para entrar en calor. Adivinen por qué. Resulta que se moría de la pena, no porque la iban a ver desnuda, sino porque el sujeto iba a ver el nombre de un ex novio tatuado en una de sus pompis con un corazoncito de color rojo.
La moda de tatuarse su piel con diseños o nombres de personas recuerda un poco los pactos de los indios que veíamos en películas de vaqueros donde uno se cortaba para hacer alianzas de sangre. Con el SIDA, esto no se puede hacer, pero la gente buscar hacer que las cosas perduren. Es como decir, voy a escribir tu nombre en mi piel como señal que te amo para siempre incondicionalmente.
Nada es eterno en la vida, solo la muerte. Así leímos una vez en un escrito del hermano Pablo. El se refería al hecho de que Dios nos daba la oportunidad de tener una vida eterna si aceptábamos el sacrificio que su hijo Jesús hizo por nuestros pecados en la cruz.
Nadie puede hacer alianzas eternas y tatuarse su piel como señal de que seremos de uno o del otro. La única unión que perdura es si aceptamos el regalo de la salvación tatuándonos en nuestro corazón el nombre sobre todo nombre: Jesús.
Los tatuajes son obras de arte que duelen mucho. ¿Por qué hacértelas para siempre? Recuerda que la piel se envejece y no causa gracia ver a una anciana con un tatuaje en su trasero o en el área lumbar con líneas y trazos abstractos.
Una chica dijo que prefería hacerse esos diseño porque es joven para estar a la moda, pero de forma temporal, precisamente porque no quiere que sus nietos la vean con su piel pintada.
Aunque algunos dirán que ahora los tatuajes se quitan con algunas técnicas, lo recomendable es no manchar su piel o hacerlo de manera temporal por su estética.