Si da pena ver a un viejo cargando leña, más lástima se sufre cuando a estas alturas del siglo XXI, muchos intelectuales panameños continúan pintando en el óxido, cegados tenazmente por las utopías del fracasado marxismo.
El desodorante patriotero que la izquierda unto en una de las axilas del moribundo PRD, lo ha convertido en un podrigorio pestilente que en su momento fue fundamental para el logro de nuestra soberanía, pero por su obsolescencia debemos enterrarlo para siempre, antes que su cuerpo infecto mute peligrosamente en un nuevo Chávez dependiente Centroamericano. El PRD ó cualquier agrupación parecida, debería ser el último error en el camino de las vidas panameñas y tendrían que aceptarlo con resignación humilde los propios y con el mayor respeto, los extraños.
Quienes escuchamos a Fidel y al Che. Aquellos que no se bañaban por días buscando interpretaciones en el diccionario marxista de Martha Heinecker para aparentar ante las masas. Los que prestamos los rostros y aplaudimos como tontos. La juventud que murió creyendo en pendejadas. A todos nos da dolor de barriga pensar que las escarapeladas oratorias de Chávez, sean el abono fértil del porvenir de la izquierda latinoamericana, que manera más horrorosa de morir un dogma, absorbido por el retrete que conduce a Chávez hacia la paranoia.
"El opio de los intelectuales" es el marxismo y que tan peligrosa ha sido la probada que dieron los izquierdistas panameños a este sueño socialista que increíblemente mantiene a un montón de ellos ciegos y alineados con la horrible obcecación de un alcohólico, defendiendo poderes infinitos de un caudillo, reelecciones indefinidas, milicias populares, tropas de choque, asambleas del "pueblo" y un sistema electoral manejable. Y lo peor prefieren el descalabro económico del ruin modelo bolivariano, que al exitoso liberalismo chik.