Andar en pandillas es una maldición.
Eso lo afirma el profesor José Magan, especialista en conductas delictivas.
Para el experto, los pandilleros no tienen ni la mínima idea de que por su proceder, la muerte y la maldición los acompañan a diario. Sin embargo, no todo está perdido, ya que si los delincuentes sanguinarios deciden poner sus vidas en manos de Dios, serán bendecidos y tendrán buena existencia ellos y sus descendencias, como está escrito en el libro Deuteronomio 30: 19.
Actualmente la sociedad panameña se encuentra impregnada por cinco clases de pandilleros: los desobedientes y no honrosos a sus padres; los afectados por la sociedad; los maltratados por sus padres; los codiciosos a obtener lujos por encima de cualquier cosa y le venden su alma al diablo; los fanáticos de pandilleros.
Según Magan, combatir este flagelo requiere de expertos ya que hay que enfrentarse a los delincuentes de alto calibre con conocimiento espiritual, social y psicológico.
En Colón existió un proyecto de rescate de estos pandilleros que tuvo éxito, según el profesor, sin embargo, al mismo no se le dio seguimiento y las raíces oscuras han vuelto a surgir.