TEMAS DE ACTUALIDAD
¡Cómo cambia la gente!

Dr. César Quintero Sánchez
Médico
Alguien dijo que los únicos que no cambian son las piedras y los estúpidos. El diario acontecer en nuestro país nos demuestra hasta la saciedad que las personas que habitan este idílico pedazo de tierra, no son ninguna de las dos cosas anteriores. Pero con toda sinceridad creo que se nos ha ido la mano en pollo. En la intención de aprender algo, traigamos a la memoria algunos hechos del pasado, por cierto no tan lejano. Todavía recuerdo la furibunda oposición de algunos personajes a los tratados Torrijos-Carter, sin embargo qué diferente son ahora sus actitudes hacia los bienes revertidos, de los que al parecer han comenzado a usufructuar, como si los hubiesen heredado. Aquellos que se ensañaron por propia conveniencia o actitud genuflexa crónica, en la ejecución política sumaria de un humilde legislador disidente en el pasado quinquenio, ahora no sé con qué autoridad moral demandan al actual gobierno que le pague los salarios caídos, de cara a la exoneración absoluta de todos los cargos, recién decretada por la Honorable Corte Suprema de Justicia. Reza un viejo adagio que ningún cura se acuerda de cuando era sacristán. Traducido a nuestra realidad política significa cosas como que, cuando eran candidatos a legisladores, algunos actuales padres de la patria vociferaban que eliminarían en la primera semana las partidas circuitales y que eran de la opinión de que había que descontarles los salarios que les pagaban a quienes no asistían a las sesiones. Ahora resulta que son los primeros en manejar cómo y dónde les da la gana los recursos asignados y para verlos en el hemiciclo hay que ensillar a un gallote. De entrada les digo que no son capaces ni de regresarte el saludo del día del padre, no vaya a ser que se te ocurra pedirles una ayuda para un familiar o una toalla para pagar la luz. Qué habrá pasado con todos esos maravillosos funcionarios concertados por el mandatario anterior para ocupar las más faltas posiciones públicas, inclusive conservando para ellos y sus familias, productivos puestos administrativos y quienes ahora piden la sangre y el pellejo de todo el que no comparte su bandera partidaria o se desgañitan contra aquellos que en su momento los prefirieron por sabrá Dios, cuáles razones familiares o esotéricas. Es digno de mención cómo en Panamá somos expertos en arreglar concursos de escogencia por méritos. En ocasiones describimos el perfil de nuestro escogido para que el traje le quede a la medida. En la mayoría de los casos, seguimos con el acostumbrado show del proceso para llenar lo dispuesto en la ley y en el manual de buenas costumbres istmeñas, aunque el pre-escogido ya ha comenzado a nombrar subalternos con semanas de anticipación. Ojalá y en el próximo del HST realmente se escoja al mejor candidato y no pase como en los dos últimos en que he participado, los que no se caracterizan precisamente por su objetividad y transparencia. Dígame querido lector en cuál otro país del Mundo los grandes empresarios no quieren aumentar ni tres balboas al salario mínimo diario y sin embargo se pasean con mercedes y bmw, tienen casa alfombrada en la playa, avión en el aeropuerto, lancha en el embarcadero y caballos en el hipódromo. En que lugar el planeta, dos pares de colectivos políticos con media docena de legisladores, aseguran el pan y los frijoles de sus copartidarios durante un quinquenio. Mientras que el más grande partido de oposición coadyuva en la gobernabilidad de un órgano ejecutivo, mientras observa impasible como muelen a los funcionarios públicos que pertenecen a él, sin al parecer entender que sus miembros de base no tienen cuentas millonarias ni negocios productivos para poder sobrevivir cinco largos y fríos años, en esta singular relación de las cúpulas que al parecer sólo sirve para aprobar leyes, cuando los del Pacto de la Pintada se declaran en rebeldía.
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