Darién es una de las tantas regiones que constituyen el territorio nacional panameño. Ubicada al este de la provincia de Panamá; regada por dos caudalosos ríos: el Tuira y el Chucunaque. El primero es majestuoso y desciende en el golfo de San Miguel Pacífico; 144 km. En el curso inferior se llama Setegantí; el segundo es su afluente. Es Darién una región inhospitalaria. ¿por qué? Demasiados problemas. Los indios son pacíficos, pero preocupados por la intromisión en su suelo, de extraños de costumbres raras. Estos hacen de la vida un infierno.
Seguir a Jesucristo y ayudar a proteger sus hermanos darienitas es ser humilde de corazón, ser casto, inocente, afable, mortificado, caritativo; es la cruz de todos los días, elemento esencial para la salvación del territorio que le dio cálida familia al padre Héctor Quirós. El, desde luego, siguió las máximas y los consejos del Evangelio, y mira con horror las máximas del mundo. Pueden ustedes imaginarse el camino elegido por el bonachón sacerdote para hacerse presente al público católico de la Parroquia de Guadalupe. Ahí realizó su homilía, pero antes dijo: A ti, mi Cristo, te hablé guiado por el Espíritu Santo, para que tuvieras presente a tus hijos abandonados, desamparados y acosados por malhechores afectando la tranquilidad de los hermanos darienitas; raptando lo que deben y apropiándose de lo que no es propio.
En la Eucaristía, el enviado de Cristo hace comprender a los feligreses cuántos conocimientos son indispensables al hombre cristiano para desplegar aquellas facultades, cuyo germen en él su Creador ninguno de los miembros de la sociedad cristiana debe carecer de ellos.
P. Héctor, su plática doctrinal fue de mucha nobleza, calidad y dignidad. Dios lo vio todo y satisfecho quedó al sensibilizar el alma de los concurrentes al acto homilístico. Los darienitas jamás olvidarán lo que usted hizo por ellos. Su recuerdo es imperecedero, elocuente orador católico. Fue maravillosa y positiva su exposición. Gracias, mil gracias.