"¡Es ella! ¡Es ella!". La frase fue seguida por los pucheros en el rostro surcado de arrugas al tiempo que de los ojillos luminosos de fe salían gruesas lágrimas.
Celsa García, la abuela de Mónica Serrano, la niña que desapareció misteriosamente el 8 de febrero del 2003, retornaba al portal de su casa con la esperanzada noticia. Alguien la sacó de la cocina para que recibiera una llamada en la vecina residencia de su sobrino y allí le dijeron que la niña que apareció en Ecuador, es "Moniquín", como cariñosamente llaman a la pequeña.
La tarde de ayer, viernes, en Las Colinas de Loma Bonita, donde vive la abuelita de "Moniquín", el ambiente era de expectativas. Tíos, primos y los dos hermanos de la niña desaparecida estaban reunidos en el portal de la abuela frente a un viejo televisor colocado especialmente en el centro del recinto, oyendo las noticias.
"¿Y si no es?". La débil duda asaltaba de repente a Yolanda Trotman, una vecina que se considera como la madrina de la niña.
"Hemos rezado mucho. Tenemos fe. Mi corazón me dice que esa es la niña", decía, al tiempo que era secundada por la tía Nilsa y otros vecinos.
Empezaron los relatos relevadores. Yolanda aseguró que hace unos meses soñó con Mónica Serrano, y en el sueño se le presentaban las diferentes etapas de su crecimiento.
Nilsa dijo que dos meses atrás, ella soñó que la niña estaba en manos de indígenas extranjeros y ella la veía vestida con un traje de muñequita, sonreída. En el sueño, la pequeña vivía en una bajada rodeada de montañas.
"Nuestros corazones nos dice que es ella", afirmó Yolanda.
La noticia
Celsa estaba planchando cuando una hija la llamó. "¡Apareció "Moniquín"! Enseguida apresuró la labor para ir a su casa donde la esperaba el resto de sus parientes, emocionados.
La noticia corrió como pólvora y en cuestión de minutos, la esperanza iluminó en el área.
En la humilde vivienda, en la cocina, sobre una mesa, la foto de Mónica ha reposado junto a la imagen de la Virgen de Guadalupe durante estos seis años de ausencia.
El hermano, César Serrano, dijo que guarda sus emociones para cuando la tenga frente a él. "No sé cómo voy a reaccionar. Adoro a esa niña".
¿Qué pasó?
Fue un sábado. 8 de febrero de 2003. Mónica jugaba en el patio de la vivienda ubicada en la cima de una empinada loma. De pronto la pusieron en la entrada del portal de la abuela para que fuera a la casa. Y en menos de dos metros, la niña desapareció misteriosamente.
Vecinos y familiares sospechan de alguien en particular, pero no tienen pruebas. Para sacar a la niña del lugar de donde fue raptada, debió necesitarse apoyo, por la dificultad para llegar.