Las avenidas de la capital y el interior del país son utilizadas por jóvenes para realizar regatas mortales, sin que nadie les ponga un alto a esta práctica.
En las últimas horas, tres jóvenes perdieron la vida en esas circunstancias. La responsabilidad primaria recae muchas veces sobre los jefes de familia que asignan vehículos de alta potencia a chicos sin mayor experiencia en el manejo o que abusan de la velocidad.
El otro grado de responsabilidad le compete a los policías de tránsito que desaparecen en las noches, horas en que se producen esas regatas.
Para nadie es un secreto que las avenidas Balboa, Tocumen, Ricardo J. Alfaro y la calle 50 se convierten cada noche en pistas de aceleración. Una adecuada vigilancia policial, debería prevenir esas situaciones.
También se hace necesario hacer más severa la legislación sobre la materia. No es posible que con una simple multa se resuelva hechos que muchas veces cobran la vida de los propios protagonistas y lo que es peor de personas ajenas a esas carreras.
El decomiso del vehículo y la cancelación de por vida de la licencia de conducir, debe contemplarse en una nueva legislación, medidas que deben ser acompañadas por una adecuada vigilancia de los invisibles policías de tránsito.
Al mismo tiempo se hace necesario regular lo relativo al cambio de modificaciones que se le vienen haciendo a los autos que circulan en el país. Los vehículos son un arma en potencia y alterar las especificaciones para aumentar su velocidad, es una materia que debe ser analizada. Ignorar el problema no es la solución. Los padres y las autoridades deben hacer los correctivos, de lo contrario vendrán más muertos y quizás mañana pueda ser un pariente tuyo.